Irlanda era una fiesta. Tras el sufrido empate conseguido en Dinamarca, Dublín se copó de banderas y cerveza en la previa de un partido que prometía un boleto al Mundial de Rusia. Pero Christian Eriksen destrozó el sueño. El volante del Tottenham no tuvo su mejor partido en Copenhague y llegaba hasta la capital irlandesa cargando con el peso de las ilusiones de todo un país.

En un partido definitorio se mediría su verdadero valor. Y el medio del Tottenham dio un recital. Sus compañeros le pasaban la pelota con una fe dogmática y él la movía con una clase inconmensurable. Jugó e hizo jugar a sus compañeros. Bajó a rasguñar balones y se despachó un notable hat-trick en la victoria 1-5 de su equipo. Puso la pelota en el ángulo con un derechazo en la medialuna del área, metió un zurdazo cruzado cuando Irlanda había recortado distancia y estuvo atento para cazar un rebote y fulminar al golero rival. Finalizado el partido apretó los puños y soltó un leve alarido. Lo suyo no es la grandilocuencia ni la pose de súper estrella, el silencio le sienta bien.

“Está entre los diez mejores del mundo, es un futbolista fantástico que merecía estar en Rusia. También vimos lo que le hizo al Real Madrid (meter uno de los tres tantos del triunfo del Tottenham ante los blancos)”, dijo su entrenador Age Heraide finalizado el encuentro.

Aunque solo tiene 25 años, pareciera que Eriksen lleva una eternidad jugando al fútbol. Arrancó golpeando la pelota en su barrio de Middelfart y de ahí pasó al Odense, un clásico del fútbol danés. Cuando tenía 17, el Ajax le echó el ojo y se lo llevó a Ámsterdam. Se demoró apenas una temporada en debutar con el primer equipo. En esos primeros partidos dejó ver lo que el tiempo confirmaría. Un jugador de trazos simples e inteligentes, sin florituras, pero con visión de juego y buen toque, un volante con un cañón en el pie derecho y que lee perfectamente cuando invadir el área.

Pocas escuelas son tan fructíferas como la del Ajax. Allí, Eriksen tuvo un maestro de primera, uno que se forjó en el mismo lugar y que luego se hizo leyenda en el Arsenal: Dennis Bergkamp.

“Cuando jugaba en Dinamarca pensaba que era bueno, pero no lo fui hasta que crecí en el Ajax. En mi primer año en Ámsterdam entrenábamos con Bergkamp y con Wim Jonk (otro ex internacional holandés). Aprendí cómo pasarle el balón a un delantero. Trabajamos varios movimientos, nos enseñaron cómo medir la carrera y pasar exactamente el balón en el sitio correcto en el momento justo. Además, Dennis transmitía mucho carisma y confianza con el balón. Siempre sabía golpear la pelota al primer toque y ponerla donde se necesitaba y donde quería”, rememora el jugador nórdico.

La progresión del joven fue a paso rampante. Se convirtió en uno de los mejores habilitadores de la Eredivisie y en su palmarés asomaron los primeros títulos. En 2010 la selección danesa lo reclamó para jugar el Mundial de Sudáfrica con solo 18 años y en 2011 recibió el premio al talento del año en Holanda.

“Es un jugador que me toca el corazón. Este premio es sólo el comienzo, un estímulo para que dé el máximo. Su talento está ahí, el reconocimiento también, ahora depende de él. Es el típico ‘producto’ de la escuela danesa. Le puedes comparar con Brian y Michael Laudrup. Sólo el tiempo dirá si Eriksen puede alcanzar ese nivel”, aseguró Johan Cruyff.

La comparación con el mayor de los Laudrup era inevitable. Michael, el gran orgullo danés, fue un mediapunta de toque exquisito y tupé perfecto, capaz de filtrar pases que partían las defensas como dagas refulgentes y con una hermosa frialdad para definir. Vistió la camiseta de Juventus, FC Barcelona y Real Madrid. Con su hermano Brian, el golero Peter Schmeichel y el delantero Ebbe Sand como escuderos, Michael llevó a su equipo hasta cuartos de final de Francia ‘98, inclinándose por estrecho margen ante el Brasil de Ronaldo.

El palmarés y la trayectoria ponen tierra de por medio. Sin embargo, Eriksen resiste el pulso estadístico. Michael Laudrup le bajó la persiana a su carrera con 121 goles en 479 partidos a nivel de clubes. El medio de los Spurs, con solo 25 años, ya tiene 77 en 351.

La ascendencia de Eriksen en la selección danesa es absoluta. Ha participado en 13 de los últimos 19 goles de la “Dinamita Roja”, anotando seis y dando cuatro asistencias. Desde que llegara al Tottenham, en 2013, está cuajando su mejor temporada bajo el mando de Mauricio Pochettino. Opacado por el ímpetu goleador de Harry Keane y el desparpajo juvenil de Dele Alli, Eriksen se ha erigido en un crack silente. Es el metrónomo del equipo, el que hilvana el ataque, incluso retrasándose varios metros esta campaña, tal como lo hiciera Luka Modric cuando arribó al Real Madrid.

“El fútbol moderno requiere del uso de diferentes sistemas cuando tienes el balón y cuando no lo tienes. Se necesitan jugadores inteligentes para leer cada acción. Christian juega en la derecha, en la izquierda, por dentro, más arriba, más atrás”, afirma su entrenador.

Eriksen lidera el ránking de mejores asistentes del 2017, con 20, y pelea palmo a palmo con Neymar a la cabeza de los que más ocasiones de gol han creado en grandes ligas. El volante, además, logró convertirse en el danés con más goles en Inglaterra tras superar a Nicklas Bendtner.

El defensor Jan Vertonghen, su compañero en el cuadro londinense, también lo aclama: “Es uno de los mejores creadores de juego del mundo. Ha progresado de manera increíble. Le conozco desde hace muchos años -coincidieron en el Ajax- y siempre ha tenido un gran talento… pero en las dos últimas campañas ha mejorado mucho. Marca goles, da asistencias…”

El Tottenham, que lo compró como una ganga, lo aseguró con un contrato hasta 2020. El FC Barcelona y la Juventus sueñan con un fichaje que parece imposible. Él no descarta nada, pero antes está Rusia, la tierra en que buscará desmarcarse de la sombre de Laudrup.