Con una amplia sonrisa en su rostro, Fabián Orellana fue presentado como el flamante nuevo refuerzo del Valencia a mitad de semana. “Estoy muy feliz y muy contento. Tengo una ilusión muy grande por venir a este gran club y espero hacerlo bien”, dijo el ‘Histórico’.

El Valencia es un club con quilates en el fútbol español. En sus vitrinas brillan seis títulos de liga, siete Copas del Rey, una Copa UEFA y dos Supercopas de Europa. La camiseta blanca ha sido vestida por insignes como Mario Kempes, Roberto “Ratón” Ayala, Santiago Cañizares y David Villa. Hoy, sin embargo, el club no está a la altura de su rica historia.

Los problemas del equipo valencianista son de larga data. Una severa crisis económica que amenazó con desaparecer al club pareció tener fin cuando en 2014 el multimillonario singapurense, Peter Lim, se transformó en el accionista mayoritario de la institución. Se pensó en Lim como el mesías que con su ostentosa billetera devolvería a los blanquinegros a la élite del fútbol europeo. Pero los jubilosos gritos de bienvenida (“Lim te queremos”), han devenido en rabiosos bramidos multiplicados por miles (“¡Peter vete ya!”).

Lim apenas se ha asomado por la comunidad valenciana a casi tres años de su onerosa compra. La presidencia del club está en manos de Layhoon Chan, una mujer de su confianza que más de una vez ha admitido no entender de fútbol. Las decisiones las toma desde su imperio, en Singapur, y asesorado por Jorge Mendes, el representante de Cristiano Ronaldo y José Mourinho, que ha encontrado en el club español la finca perfecta para hacer negocios.

Peter Lim (al centro) | Archivo | Agence France-Presse
Peter Lim (al centro) | Archivo | Agence France-Presse

La gestión de Lim se ha caracterizado por el ingente cambio de entrenadores, la desvalorización de la plantilla, la salida de cualquier directivo que no le lleve el amén y una deuda de 300 millones de euros que aún no es cancelada.

Esta temporada ha sido la peor desde su llegada al club. El cuadro ‘Che’ vendió a Mustafi, Andrés Gomes y Paco Alcácer, las figuras del equipo, a principios del curso y se les reemplazó con jugadores de escaso recorrido. Actualmente, la escuadra se ubica en la decimoquinta posición de la Liga con 19 puntos, a solo seis de los puestos de descenso. En toda la temporada apenas ha ganado cinco partidos.

El entrenador Pako Ayestarán evitó el año pasado que el Valencia entrará en la angustiante batalla del descenso tras la pésima campaña del inexperto Gary Neville. Eso le valió que le renovarán el contrato. Pero el estratega no resistió el horrible arranque liguero, cuatro caídas en cuatro encuentros, y fue despedido.

En su reemplazo llegó el italiano Cesare Prandelli, quien hace algunos años encandiló al Calcio con su Fiorentina de juego ofensivo y buen toque, y llegó a la final de la penúltima Eurocopa con la ‘Azzurra’. El currículum del adiestrador generó expectativas. Parecía el hombre para encauzar el rumbo de aquel barco a la deriva.

Cesare Prandelli | Archivo | Agence France-Presse
Cesare Prandelli | Archivo | Agence France-Presse

Pero en diciembre el estratega dimitió. Era la crónica de una muerte anunciada. El rendimiento del equipo estaba muy por debajo de lo esperado y el técnico no dudó a la hora de denunciar en conferencia de prensa el escaso compromiso de algunos de sus futbolistas. “Qué se vayan, qué se vayan”, afirmó. Tampoco pasaron inadvertidas sus peleas con el director deportivo de la entidad, Jesús García Pitarch.

Convencido de que la plantilla necesitaba de una cirugía mayor, Prandelli se reunió con Lim para pedirle refuerzos. El empresario le prometió que habría movimientos en breves. Pero pasaban las semanas y nada. El DT optó por irse, no sin antes romper el pacto de silencio que el dueño del club le impone a sus empleados: “El Valencia está dirigido por personas de números y el fútbol necesita pasión”.

Voro González, el eterno apagafuegos, tuvo que asumir por quinta vez en situaciones de emergencia. Ya le confirmaron que estará hasta final de temporada. Los resultados han mejorado, el fútbol no tanto. Con Orellana y el italiano Simone Zaza como únicos refuerzos, el Valencia espera terminar de arrancar en una temporada que está siendo para el olvido. Otra más. Los días de gloria en Mestalla se ven muy lejanos.