Edson Puch ha puesto México a sus pies con sus goles y cachañas. Los aplausos y las loas no han cesado desde su arribo al Necaxa a comienzos de semestre. El fulgor de su momento, sin embargo, ha opacado a otro futbolista nacional que está viviendo días felices en los “Rayos”: Marcos González.

Tras pasar por varios clubes, incluyendo el Columbus Crew de Estados Unidos y Colón de Santa Fe de Argentina, el ‘Lobo del Aire’ volvió a Universidad de Chile, el lugar donde todo había empezado a fines de los ‘90. Era 2011 y ya superaba la treintena, pero el zaguero estaba por vivir lo mejor de su carrera. Bajo el alero de Jorge Sampaoli, González sacó a relucir lo mejor de su repertorio. Se exhibió como un defensor que imponía su metro noventa en las dos áreas, iba bien a los cruces y no se ponía nervioso con la pelota en sus pies. Fue campeón a nivel local e internacional. Estaba su apogeo. A nadie extrañó su llamado a la selección chilena ni su posterior fichaje por el Flamengo.

Su presencia fue constante en el proceso clasificatorio rumbo al Mundial de Brasil. Pero conforme se acercaba la fecha de inicio de la competición, a Sampaoli lo empezó a preocupar la poca continuidad del central en su club. Urgido, el casildense le pidió que renunciara al “Fla” para que viniera a entrenarse a Juan Pinto Durán. Faltaban cerca de cinco meses para la cita planetaria cuando el defensor abandonó Río de Janeiro. Quería estar a punto para lo que sería el acontecimiento más importante de su carrera deportiva. Sin embargo, cuando Sampaoli dio la lista definitiva su nombre no apareció.

“Yo entiendo que me haya dejado fuera de la nómina final. Lo entiendo porque él no fue jugador, no entiende, no comprende la diferencia entre jugar con un jugador de tu mismo tamaño o de metro noventa, él no lo vivió”, comentó González meses después, cuando era presentado como nuevo jugador de la Unión Española.

Si bien en Santa Laura gozó de una buena cantidad de minutos, nunca pudo mostrar el nivel que lo consagraría como uno de los mejores del país en su puesto. Ya con 35 años se pensó que iba en marcha directa al final de su carrera, hasta que apareció la oferta del Nexaca, un histórico del fútbol mexicano que buscaba un jugador con batallas en el cuerpo para volver a la primera división de su país. González no lo pensó, y sin hacer ruido, partió.

A un año y medio de su llegada, el espigado defensor se ha convertido en un símbolo del club de Aguascalientes, un jugador respetado por sus pares y querido por la afición. Con los blanquirrojos consiguió el tan anhelado retorno a Primera tras proclamarse campeón en el Ascenso. Hoy es el capitán del equipo y en lo que va de temporada ha disputado 15 partidos, anotando un gol. Solo se perdió un encuentro a causa de una expulsión.

“Marcos es un gran jugador y una gran persona. Vino a aportar su experiencia al equipo y se notó mucho su llegada”, mencionó hace unos meses Felipe Gallego, otro de los chilenos que milita en el Necaxa.

Su buen momento lo ha vuelto a poner en el radar de los posibles seleccionables por Juan Antonio Pizzi. Su edad no parece ser un problema, considerando que “Macanudo” nominó hace poco a Esteban Paredes, un jugador que también tiene 36 años.

“La pelota no te pregunta la edad. Físicamente se ha visto impecable, hace goles y tiene liderazgo”, dijo a El Mercurio Fabián Estay, el ex seleccionado chileno hoy devenido en comentarista deportivo de la televisión mexicana. Pero González no se ilusiona, para él su momento ya fue. “Que me haya dirigido (Pizzi fue su entrenador en la UC el 2010) no significa nada. Él cuenta con otros jugadores”

A sus 36 años, el “Lobo del Aire” solo piensa exprimir al máximo su momento en México, el país donde volvió a sentirse un futbolista importante.