Tras su triunfo en los pasados playoffs en Disney World, LeBron James confiaba en el empuje de Los Angeles Lakers para revalidar el anillo y colocarse a solo uno de Michael Jordan, pero las lesiones y las carencias de su equipo le depararon un inédito fiasco.

Los Lakers han seguido los pasos de los Miami Heat, finalistas en Disney, ambos víctimas del periodo más corto de descanso entre temporadas de la historia.

Con el arranque de la campaña las lesiones no tardaron en aparecer en Los Ángeles, centrándose especialmente en los dos pilares del equipo: LeBron y el pívot Anthony Davis, la pareja hasta ahora más temida de la NBA.

Davis fue el primero en caer por un problema en el tendón de Aquiles en febrero. El desplome de los Lakers, que en ese momento eran segundos de la conferencia Oeste, se aceleró cuando Lebron, de 36 años, tuvo que parar en marzo por un esguince de tobillo.

Ambos regresaron al equipo en las últimas semanas de la fase regular sin encontrarse al 100% y no pudieron evitar que los Lakers acabaran séptimos y tuvieran que ganarse el boleto en playoffs en el ‘play in’ (repechaje) ante los Golden State Warriors.

Con sus estrellas entre algodones, cualquier mínimo contratiempo podría ser fatal para los Lakers ante un rival tan sólido como los Phoenix Suns, segundos en la fase regular.

Los vigentes campeones llegaron a dominar la serie 2-1 pero el infortunio se presentó en el cuarto partido con otra lesión en la ingle de Davis, que provocó el derrumbe del equipo y su eliminación el jueves por un global de 4-2.

Cabeza bajo la toalla

“Lo que más me molesta es que nunca tuvimos la oportunidad de ver a nuestro equipo al completo por lesiones, covid o alguna otra cosa”, lamentó James. “Nunca pudimos ver todo el potencial del que éramos capaces”.

Aparte de los problemas físicos de sus piezas clave, los Lakers también han arrastrado la falta de adaptación de la mayoría de los fichajes de este año, incluidos el alemán Dennis Schröder y el español Marc Gasol, así como los pívots Montrezl Harrell y Andre Drummond.

Ninguno de ellos ha rendido al nivel esperado pero, como sucedía con figuras de la talla de Michael Jordan o Kobe Bryant, LeBron James siempre acaba siendo el rostro de los triunfos y debacles de sus equipos.

En este caso fue la primera vez en que ‘King James’ sale despedido de los playoffs en la primera ronda.

El alero no era eliminado por un equipo de su propia conferencia desde 2010, en las semifinales del Este que perdió con los Cleveland Cavaliers ante los Boston Celtics.

La presencia de James se llegó a considerar como una garantía de que sus equipos avanzarían hasta las Finales, donde el alero suma cuatro títulos en 10 participaciones.

Pero los Suns del emergente Devin Booker (47 puntos el jueves) y el veterano Chris Paul fueron demasiado peso para los hombros de James, quien se retiró a los vestuarios antes del final del partido y reconoció que les habían “pateado el culo”.

Un debate a la baja

A diferencia de Disney World, donde los Lakers se conjuraron para homenajear a Kobe Bryant y su mentalidad ‘Mamba’, en esta ocasión su compromiso con el uniforme púrpura y oro fue puesto en duda incluso por una leyenda de la franquicia como Shaquille O’Neal.

El ex pívot, actual comentarista televisivo, señaló la “falta de corazón y orgullo” del equipo mientras lamentaba que LeBron “no estuvo a la altura”.

Consumada la eliminación, James optó por pronunciarse con optimismo sobre el futuro recalcando que la gran prioridad es que tanto él como Davis afronten sanos la próxima temporada, por lo que sugirió que renunciará a competir en los Juegos Olímpicos de Tokio.

En casi siete meses, ‘King James’ ha pasado de colocarse su cuarto anillo, cuando muchos ya lo descartaban por una cuestión de edad, a protagonizar uno de los fracasos más sonados de su carrera.

Y el debate, reavivado el pasado octubre, sobre sus opciones de disputarle a Michael Jordan el estatus de mejor basquetbolista de la historia ha perdido fuelle.

LeBron sigue contando con el talento, potencia física y experiencia pero los Suns han demostrado que ya no puede conseguirlo él solo.