Hay momentos en el deporte que se quedan grabados para siempre en la memoria colectiva. La mano de Dios de Maradona, la rutina perfecta de la gimnasta Nadia Comaneci o el escorpión de René Higuita son las clara muestra de que algunas personas están destinadas a perdurar en el tiempo.

La NBA es uno de los deportes que semana tras semana nos deleita con los increíbles piruetas que realizan sus jugadores, aunque hay un nombre que brilla con luz propia. Michael Jordan, el mítico jugador de los Chicago Bulls fue el encargado de globalizar el deporte, sus hazañas recorrieron el mundo entero y es muy probable que no vuelva a existir un jugador como él.

En un día como hoy, pero hace 30 años, nació la leyenda. Antes de los campeonatos, antes de los míticos Chicago Bulls, Jordan nos regaló una postal que hasta hoy en día es recreada en zapatillas y en todo lo relacionado con la NBA. Esa tarde ‘Air Jordan’ voló hacia las estrellas con una clavada que desafió todas las leyes de la física.

En el marco del Juego de las Estrellas, se jugaba el concurso de clavadas en el estadio de Chicago, los animadores eran Michael Jordan y Dominique Wilkins. Ambos concursantes literalmente volaron por la cancha, consiguiendo puntuaciones perfectas. Pero faltaba la guinda de la torta.

En la última ronda, Wilkins logró 48 puntos de 50, traspasándole toda la presión a Jordan. Es en estos momentos cuando nacen las leyendas y brota la estirpe ganadora que solo algunos tienen. Después de tomar impulso, Michael Jordan se elevó desde la línea de los tiros libres, a casi 5 metros del tablero hacia la gloria. Mientras estaba suspendido por los aires todo pareció andar más lento hasta que el brazo derecho de Jordan alcanzó la canasta y junto con ello la inmortalidad.