El fútbol, como pasión de multitudes, es uno de los deportes que más historias tiene para contar.

Existen de todo tipo y para todos los gustos. Desde las que rememoran los goles y/o celebraciones más épicas, hasta las que dan cuenta de los pasajes o momentos más oscuros dentro de esta disciplina.

Y aquí vale la pena detenerse, para recordar uno de los episodios más tensos dentro de su historia, que se dio en el Mundial de España, en 1982, cita en la que un jeque árabe logró lo que parecía imposible: que un árbitro anulara un gol válidamente correcto.

El hecho ocurrió durante el partido que Francia y Kuwait estaban disputando, por el Grupo 4 de la cita planetaria, en el Estadio José Zorrilla de la ciudad de Valladolid.

Si bien los goles de Bernard Genghini, Michel Platini y Didier Six habían decretado tempranamente la ventaja de los galos sobre los asiáticos, pero no fue si no la jugada comandada por el centrocampista francés Alain Giresse la que generó la debacle.

Y es que luego de que este último marcara el cuarto tanto de los europeos, el que por cierto sellaría una nueva victoria en su favor, el partido se paró en seco y por una razón bastante peculiar.

En la galería del estadio, específicamente en el palco vip, el jeque árabe y hermano del Emir de Kuwait, Fahad Al-Ahmad Al-Yaber Al-Sabah, estaba llevando a cabo una acalorada discusión.

El poderoso empresario estaba gritando como loco y completamente fuera de sí, ordenándole a los jugadores de su selección que dejaran el partido tal cual y abandonaran el campo de juego.

La extraña petición causó sorpresa en los espectadores que se encontraban viendo tal cotejo, puesto que nadie entendía porqué el árabe quería que sus pupilos se retiraran del encuentro cuando aún quedaban diez minutos de juego.

Y fue bajo este contexto que se dio lo más insólito de la jornada, ya que como el jeque vio que nadie le hacía caso, no encontró nada mejor que bajar hasta el campo de juego para hablar directamente con sus seleccionados, así como con el árbitro.

La increíble escena se extendió por largos diez minutos hasta que el juez central, el soviético Miroslav Stupar, decidió alzar voz para señalar que el último tanto convertido por los franceses quedaba totalmente inválido.

Como lo lee. Hahad Al-Ahmad había convencido al referí de anular el gol anotado por Alain Giresse, aludiendo a que minutos antes de dicha conquista sus pupilos habían sentido un fuerte ruido desde la tribuna, lo que hizo que se desconcentraran, detuvieran su marcha y dejaran pasar con todo al francés.

La situación que es catalogada como una de las más ‘raras’ dentro del fútbol mundial no tuvo mayor réplica por parte de los franceses, quienes en el último minuto de partido vieron como Maxime Bosss envió la esférica hasta el fondo de la red.

Así, el partido terminó 4-1 en favor de Francia, y esta vez no hubo ni jeque, ni emir, ni sultán que pudiera reclamar o decir lo contrario.

Revisa el insólito momento a continuación: