Un curioso momento vivió Roger Federer en el Abierto de Australia. Y es que pese a que ya ganó en seis ocasiones el Grand Slam y que es uno de los tenistas más reconocidos del mundo, el suizo debe acatar las normativas del torneo.

Cuando el suizo retornaba de un entrenamiento, quiso ingresar a los vestuarios no portando su acreditación, por lo que un guardia de seguridad le impidió seguir su camino y le hizo un gesto consultándole por ella.

Tras percatarse de que la persona que detuvo era nada más que el exnúmero uno del mundo, el guardia sonrió aunque sin dejar que el suizo se marchara.

Sorprendido, Federer acató la orden del guardia y esperó a que llegara un miembro de su equipo, el que traía su credencial, para poder ingresar a los camarines.

Tras entablar una conversación con el miembro de la seguridad, el actual número tres del ranking ATP se marchó entre risas a los vestidores.

En lo deportivo, Federer ya está en los octavos de final del primer Grand Slam del año, donde se medirá al joven griego Stefanos Tsitsipas, actual número 15 del ranking ATP.