Jorge Valdivia y Mauricio Pinilla volverán a sentir un clásico. El ‘Mago’ disputó su último derbi el día que ganó su único título con los albos y Pinilla, cuando era la figura estelar de todos los programas de farándula.

Más de diez años han pasado. Jugaron en el extranjero, participaron en mundiales y fueron campeones de América antes de pegar la vuelta. Hoy el enganche es el depósito de esperanzas de los albos y Pinilla aguarda por su reestreno en las redes con los azules. Sus épocas de locura parecen haber sido enterradas, pero acá te recordamos los clásicos en que fueron protagonistas y no por lo que hicieron con la pelota en los pies.

Valdivia sacó de sus casillas a Johnny Herrera

La ‘U’ se imponía por la mínima en el clásico del Apertura 2005, un partido áspero y de poco fútbol. Faltando diez minutos para el final, Enrique Osses cobró tiro libro libre para la visita. Mauricio Donoso puso la pelota en el primer palo y Ángel Carreño se anticipó a Johnny Herrera para definir con un toque en el aire. Todas las camisetas blancas salieron disparadas hacia el banderín del córner para celebrar el empate. Jorge Valdivia, a la pasada, aprovechó de gritarle el gol en la cara al golero azul.

Herrera, fuera de sí, aprisionó con sus dos manos la cabeza de Valdivia, que abría los brazos para dejar en claro que él no estaba haciendo nada. En el área chica se armó una inmensa tole tole. Manotazos, guapeadas, puteadas que se cruzaban de lado y lado. El ambiente era eléctrico. Herrera y Moises Villaroel se fajaban como dos boxeados batiéndose cuerpo a cuerpo. Manuel “Colocho” Iturra se le plantaba a Claudio Bravo y a Juan Gonzalo Lorca tenían que sujetarlo de la camiseta para que no se metiera en la trifulca. Héctor Pinto y Marcelo Espina, los técnicos, tuvieron que dejar las bancas para evitar que a sus muchachos se los devorara la adrenalina. Solo los escudos de Fuerzas Especiales consiguieron dividir a las tropas.

Al “Mago” lo expulsaron, pero como no se iba de la cancha, Héctor Santibáñez lo fue a increpar, desatando otra disputa. Desde la boca del túnel, y atosigado por los micrófonos de los reporteros radiales, Valdivia observó cómo Herrera cruzaba toda la cancha para irse a camarines. Waldo Ponce, Moisés Villaroel y los dos técnicos también vieron la roja.

“Todavía estoy muy molesto con ese desequilibrado. Por algo va al siquiatra desde los ocho años…”, dijo el golero después del partido. El volante le respondió en su estilo. “No voy a analizar las palabras de Herrera. Lo que pasa es que fuimos compañeros de curso y la diferencia que hay entre los dos es que él repitió y yo pasé”, afirmó. ¿Se arrepentía de gritarle el gol en la cara a su rival? “Para nada”.

A más de diez años del episodio, Valdivia ha cambiado. “No es necesario hablar mal de la U o Católica”, expresó luego de recibir elogios de jugadores del cuadro laico.

No me arrepiento, a uno le corre sangre por las venas. Uno siente la camiseta más que nadie, más cuando es criado y educado en este club. Uno tiene que defender los colores siempre. Lo que hizo Jorge estuvo muy equivocado, pero por el estatus que tiene tampoco lo volvería a hacer. Son situaciones que pasaron, ya están y ojalá no volver a repetirlas”, replicó Herrera en la previa del partido.

A Pinilla le ofrecieron “pagarle el sueldo”

Sin que nadie lo esperara, Mauricio Pinilla volvió sin gloria ni majestad a la Universidad de Chile en 2007. No encajó ni en Italia, ni en España, ni en Portugal, ni en Escocia. Tras cuatro años, y solo doce goles anotados, regresó al club que había dejado con cartel de promesa. Mientras esperaba que llegara su pase desde el Inter de Milán, vivía en un mundo paralelo. Las críticas al equipo de Salvador Capitano no eran su problema. Tenía 23 años, la billetera abultada, coqueteaba con modelos y conducía autos de lujo por Santiago. Recién debutó en abril contra Ñublense y anotó a la fecha siguiente contra Palestino.

Tocaba el clásico ante el Colo Colo de Borghi, que arrasaba con todos a nivel local y había estado cerca de la gloria continental hace apenas unos meses. Pinilla, sintiéndose referente del plantel, no se contuvo y salió a declarar que cuando iban al Monumental llevaban repelente. David Henríquez, capitán de los albos, salió al cruce con un mazo en la mano: “No hay que hacerle caso a alguien que tiene crisis de pánico”.

“No me gustan las declaraciones desubicadas, meterse en temas delicados. Pero bueno, es de Colo Colo y no puede esperarse otra cosa. Algunos no saben ni hablar: ‘Losotros los estamos dando cuenta, losotros los jugadores’…“, respondió Pinilla, muerto de la risa.

Los albos salieron con sangre en el ojo. Varios tenían a Pinilla entre ceja y ceja. Querían ‘cobrar’, pero el atacante apenas tocaba la pelota. En el segundo tiempo, y con el marcador en cero, la pizarra electrónica mostró que el 15 abandonaba la cancha. Pinilla caminó con lentitud. Lo puteaban en la cancha y en la galería. Un joven Arturo Vidal perdió los papeles y lo fue a encarar porque se estaba demorando mucho. El diálogo se puso agrio. El atacante, ya al otro lado de la línea de cal, se sacaba la camiseta en actitud patotera. Vidal le seguía respondiendo y sus compañeros tuvieron que ir para recordarle que aún quedaba partido.

“Es un payaso. No sabe jugar a la pelota, entra a la cancha a puro hablar. Da rabia todo lo que hace. Se burla y les falta el respeto a todos y eso nunca lo voy a aceptar. Con los gestos que hacía, parecía un verdadero payaso“, declaró Vidal en camarines, aun en estado de ebullición.

“Debe bajar las revoluciones, pues apenas tiene 30 partidos jugados en Colo Colo y se anda agrandando. Imagínate que en la cancha me dijo si me pagaba el sueldo. La transferencia al Bayer Leverkusen lo tiene con humo en la cabeza”, le devolvió Pinilla, que terminaría su semestre con apenas dos goles y varios escándalos de farándula a cuestas. Hoy ambos son amigos, de esos que pasan vacaciones y navidades juntos.
El domingo les toca a Valdivia y Pinilla escribir una nueva historia.