El segundo reparto que está presentando el estreno en Chile de este título en el Teatro Municipal de Santiago -el llamado elenco estelar- también se luce, nuevamente gracias a la dirección musical del maestro británico David Syrus, y un sólido grupo de cantantes chilenos, encabezados por dos destacados artistas argentinos.

Por Joel Poblete

Auge y caída de la ciudad de Mahagonny, foto de Patricio Melo, TMS (c)

Luego de las elogiadas funciones con el elenco internacional, que finalizaron este jueves, aún queda una última oportunidad para ver la ópera que el Teatro Municipal de Santiago está presentando como segundo título de su temporada lírica, el estreno en Chile de “Auge y caída de la ciudad de Mahagonny”, con música de Kurt Weill y texto de Bertolt Brecht. Este viernes finalizan las representaciones, con el segundo reparto, el llamado elenco estelar, que debutó la noche del miércoles, en esta coproducción entre tres escenarios: el Municipal, el Teatro Colón de Buenos Aires (Argentina) y el Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo (Colombia),

La historia parte con tres prófugos de la justicia que fundan una ciudad en el desierto a la que bautizan como Mahagonny, la que se convertirá en imán para mucha gente que llegue pensando que se trata de un lugar de gozo sin límites ni prohibiciones, pero termina convirtiéndose en amargo símbolo del consumismo y el capitalismo extremo, donde el dinero es lo único que vale e importa.

Al igual que en el elenco internacional, este segundo reparto destaca especialmente por la excelente dirección musical del maestro británico David Syrus, Head of Music de la Royal Opera House de Londres, quien al frente de la Orquesta Filarmónica de Santiago ya brilló en el Municipal con otros dos importantes estrenos del siglo XX en nuestro país: “Billy Budd”, de Britten, en 2013, y el año pasado “The Rake’s Progress”, de Stravinsky.

El elenco estelar está integrado casi completamente por cantantes chilenos, pero en él se lucen especialmente dos intérpretes argentinos: en el rol de Jimmy Mahoney, el tenor Gustavo López Manzitti no lo tenía fácil considerando el extraordinario desempeño de su colega en el elenco internacional, pero de todos modos destaca por su creíble actuación, segura vocalidad y sus bien manejados agudos, sacando buen partido a una voz robusta y capaz de resolver con inteligencia las exigencias del personaje. Por su parte, el bajo-barítono Hernán Iturralde regresa al Municipal con una lograda interpretación de Trinity Moses, mucho más divertida, matizada y contundente en lo actoral y vocal que la de su colega Gregg Baker en el otro reparto, y además está verdaderamente genial interpretando al conductor televisivo en el video que se proyecta cuando un huracán se acerca a Mahagonny.

En su primer rol más protagónico en una ópera en el Municipal, la soprano Maribel Villarroel se muestra desenvuelta en lo teatral como la prostituta Jenny, luciendo una voz segura y un canto y enfoque vocal más lírico que lo habitual en el personaje. Interpretando a Leokadja Begbick en una versión más juvenil y menos matronal que lo que se acostumbra en esta ópera, la mezzosoprano Evelyn Ramírez está muy sólida como actriz y cantante, como nos tiene acostumbrados, aunque su volumen apareció más reducido y a ratos se escuchó menos que en otras ocasiones.

Los demás roles también cuentan con buenas interpretaciones: como Fatty y Bill, respectivamente, el tenor Pedro Espinoza y el barítono Javier Weibel muestran un canto atractivo y se notan cómodos en lo actoral, mientras el tenor Gonzalo Araya es de nuevo un solvente Jakob Schmidt y Tobby Higgins como ya demostró cuando debió asumir los roles en el estreno del elenco internacional, y el bajo-barítono Homero Pérez-Miranda es un simpático Joe, que hasta se permite lanzar algunas frases de innegable sabor cubano. Otra vez muy bien el solo instrumental del travestido pianista chileno Jorge Hevia, y las prostitutas que acompañan a Jenny, quienes fueron abordadas en los dos elencos por cantantes que se alternaron de función en función: Francisca Cristópulos, Miriam Caparotta, Sylvia Montero, Jaina Elgueta, Regina Sandoval, Nurys Olivares, Jessica Poblete, Maria José Uribarri, Paola Rodríguez, Claudia Yáñez, Jennifer Ramírez y Gloria Rojas. Y otra vez destaca el desempeño actoral y vocal del Coro del Teatro Municipal dirigido por Jorge Klastornik, en este caso con sus voces masculinas.

En cuanto a la puesta en escena del régisseur Marcelo Lombardero, con escenografía y proyecciones multimedia de Diego Siliano, vestuario de Luciana Gutman, iluminación de José Luis Fiorruccio y coreografía de Ignacio González, al volver a verla se aprecian las mismas fortalezas y debilidades ya observadas en el elenco internacional: es efectiva y funcional, en especial en el uso de imágenes de video y multimedia y en el desplazamiento de cantantes y coro entre la platea y el escenario, pero se echa de menos mayor unidad y fluidez como concepto escénico, lo que incide en su ritmo irregular y momentos más confusos y menos logrados que otros, y en general la iluminación no termina de convencer. Sin embargo, más allá de estas apreciaciones subjetivas, en conjunto sigue siendo una producción que vale la pena recomendar, por lo que no hay que perdérsela en esta última función programada para este viernes.