“Es como si fueras un pájaro”, explica Luke Bannister, un muchacho de 16 años campeón de carreras de drones mientras maneja el suyo con una precisión asombrosa.

Coincidiendo con la proliferación de estos aparatos en todo el mundo, las carreras FPV (por “first-person view”, “perspectiva en primera persona”) están ganando popularidad. En ellas, el piloto guía su dron con un casco conectado a una cámara en el aparato.

Los drones se usan ya para muchas cosas: como cámaras de cine, publicidad y vigilancia, para entregar mercancías y como armas en la guerra, así que era una cuestión de tiempo que se introdujeran en el deporte.

Los pilotos de FPV compiten unos contra otros en circuitos llenos de obstáculos, como si estuvieran físicamente dentro del dron.

Con su casco puesto, este escolar británico que compite con el pseudónimo “BanniUK” entrenaba en un parque en Ramsbury, un pintoresco pueblo del condado de Wiltshire, en el suroeste rural de Inglaterra.

‘Como un piloto de caza’

Con su zumbido característico, el pequeño y ligero aparato sortea las puertas y obstáculos dispuestos por Bannister.

La mayoría de drones de carreras con cuadricopteros, tienen cuatro motores y son capaces de alcanzar los 100 kilómetros por hora.

Cada dron cuesta entre 250 y 375 dólares (entre 161 y 241 mil pesos chilenos), y el casco entre 320 y 435 dólares (entre 206 y 280 mil pesos chilenos).

Ben Stansall | AFP
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“Cuando te pones las gafas, es como si estuvieras en el dron”, explicó a la AFP el joven, vestido con su traje de carreras. “Es una experiencia asombrosa”, agrega.

“Podría compararse a volar muy bajo y rápido en un avión caza. Es realmente excitante, como una extensión de tu cuerpo”.

Bannister empezó a los 10 años con las acrobacias aéreas, usando un avión biplano de miniatura radiocontrolado.

A los 11 era ya la estrella de su club de aeromodelismo, construía sus propios aviones y se convirtió en su piloto más joven.

Un tiempo después, descubrió las carreras FPV. El gran salto llegó en marzo de 2016, cuando ganó la carrera más importante del mundo, el World Drone Prix, celebrada en Dubái.

Con el perfil de la ciudad al fondo, el circuito futurista lleno de neones tenía mucho en común con el de las carreras automovilísticas: curvas cerradas, boxes -para cambiar las baterías-, comentaristas y cámaras.

Con los colores de su equipo, el XBlades, Bannister se llevó el primer premio de 250.000 dólares (161 mil pesos chilenos).

Ben Stansall | AFP
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Volar, de verdad

“Se hizo un nombre en Dubái”, dijo a la AFP Vincent Sergere, de la página web especializada en carreras de drones Course-de-drone.fr, describiendo el estilo de pilotaje de Bannister como minimalista.

“Tiene une estilo muy directo como piloto. Tienes la impresión de que no se hace demasiadas preguntas, que va directo al grano”, explicó.

“Lo más difícil será mantener su puesto” en un deporte en rápida expansión, aseguró.

Todavía en la escuela, Bannister tiene una vida cotidiana inusual, y reparte su tiempo libre entre entrenamientos, carreras y trabajo con sus drones.

Cultiva además su presencia en las redes sociales y tiene un canal en la plataforma de videos YouTube en la que muestra sus habilidades acrobáticas.

“Quiero disfrutar, divertirme con mis amigos, hacer el tonto, disputar buenas carreras, volar lo mejor que pueda”, narra el piloto.

Pero hay que combinarlo con la escuela y sus tareas, algo de lo que es consciente este adolescente ambicioso que tiene un objetivo en mente: volar de verdad algún día.

“El deporte se está expandiendo muy rápidamente, pero es una burbuja, o sea que podría estallar o seguir creciendo”, estima.

“Así que veremos adónde va, pero me gustaría ir a la universidad y convertirme en piloto después”.