La primera ola de calor de la Antártica, ocurrida durante el verano que recién finalizó, llegó al mundo de la academia de la mano de un estudio publicado este martes en la revista Global Change Biology.

Allí, investigadores del Programa Antártico Australiano plasmaron sus hallazgos respecto al peculiar fenómeno, el primero en la historia, al menos desde cuando hay registros, ocurrido en la Antártica oriental y argentina.

En el escrito, los autores advirtieron que los cambios observados podrían afectar los patrones climáticos globales.

Entre el 23 y el 26 de enero, un equipo de investigación en la base Casey registró las temperaturas máximas y mínimas más altas jamás vistas en el recinto.

Durante el período, las temperaturas mínimas fueron superiores a 0° C, mientras que las máximas alcanzaron los 7,5 °C.

El 24 de enero, el equipo registró una temperatura récord de 9.2° C, 9° C más que el máximo promedio de la estación.

Al mismo tiempo, también se registraron temperaturas récord en la Antártica argentina.

En febrero, la temperatura más alta jamás registrada, 18,3° C, se registró en la estación de investigación argentina Base Esperanza.

Los autores del estudio dijeron que los efectos locales del cambio climático podrían tener consecuencias globales.

“La Antártica puede estar aislada del resto de los continentes por el Océano Austral, pero (esto) tiene impactos mundiales”, advirtieron.

“Impulsa la cinta transportadora oceánica global, un sistema constante de circulación oceánica profunda, que transfiere el calor oceánico alrededor del planeta, y su capa de hielo derretida se suma al aumento global del nivel del mar”.

Dana Bergstrom, coautora del estudio, dijo que en un principio el calor podría afectar positivamente a las poblaciones locales, pero también podría provocar sequía y estrés por calor en especies adaptadas para el frío.

¿Qué es una ola de calor?

Se clasifica como ola de calor a un período de tres días consecutivos en el que se registran temperaturas máximas y mínimas muy altas.

Si bien un aumento en las inundaciones de agua de deshielo asociadas con temperaturas más altas podría proporcionar agua adicional a dichos ecosistemas, ayudándoles a corto plazo, también podría desalojar las plantas y cambiar radicalmente la composición de las comunidades de invertebrados y microbios.

“Según nuestra experiencia de veranos calurosos anómalos anteriores en la Antártica, podemos esperar que se reporten una multitud de impactos biológicos en los próximos años, lo que ilustra cómo el cambio climático está afectando incluso las áreas más remotas del planeta”, indicaron en el estudio.