Poderosos, impredecibles, catastróficos. Así suelen describirse los ciclones tropicales como el Harvey, que recientemente destrozó la costa tejana de los Estados Unidos. Estas tormentas de fuertes vientos, lluvias torrenciales, marejadas e inundaciones poseen peculiaridades que los diferencian de otros desastres naturales.

Algunos rasgos hacen a los huracanes macabramente “fascinantes”; en especial la “belleza” de las fotografías satelitales: transmiten calma y sincronía. Debajo la otra cara de la moneda: el rostro sucio de la destrucción, la muerte, la calamidad.

Los ciclones son sistemas tormentosos que giran en torno a un centro de baja presión (u “ojo”), que obtiene su energía a partir de la condensación del aire húmedo. Temperaturas más elevadas propician condensaciones de aire más poderosas, y por tanto, su formación y fortalecimiento. Por eso los huracanes no ocurren en todos los meses del año, sino en las temporadas más cálidas: de junio a noviembre (en el Atlántico Norte), y de abril a enero (Pacífico Noroeste).

Las tormentas se desplazan según el viento de la atmósfera del planeta, a una velocidad usual entre los 10 y 25 km/h. Esas “ráfagas” superiores impulsan al ciclón en una u otra dirección. Los centros de altas y bajas presiones influyen en el traslado del meteoro: lo repelen como imanes. A partir de esos factores los meteorólogos pueden predecir la ruta del evento con días de antelación.

El viento, las lluvias, las marejadas y los tornados son los efectos negativos más perjudiciales. Otros daños indirectos ocurren una vez llegada la calma: contaminación de las fuentes de agua potable, cortes de energía eléctrica y combustible doméstico, propagación de enfermedades, aislamiento de zonas intrincadas.

Top Récords Huracanes:

Estos son los datos más impresionantes que han sido registrados durante huracanes a lo largo de la historia. Algunos representan meras curiosidades; otros, tragedias catastróficas:

Primer ciclón registrado: En 1495, por el Almirante Cristóbal Colón

Vientos máximos sostenidos: 346 km/h (Huracán Patricia, 2015)

Vientos máximos sostenidos al tocar tierra: 315 km/h (Tifón Haiyan, 2013)

Mayor ráfaga registrada: 407 km/h (Huracán Olivia, 1996)

Tormenta más extensa: 2 mil 220 km desde el centro hasta el borde (Tifón Tip, 1972)

Mayor distancia recorrida: 13 mil 280 km (Huracán John, 1994)

Mayor duración del fenómeno: 31 días (Huracán John, 1994)

Mayor velocidad de traslación: 110 km/h (Gran Huracán de Nueva Inglaterra, 1938)

Mayor cantidad de víctimas: 550 mil muertos (Tifón Bhola, 1970)

País más afectado por ciclones: Estados Unidos (270, aproximadamente)

Mayores daños materiales: más de 110 mil millones de dólares (Katrina, 2005)

¿Cómo se vive un huracán?

En los días previos se percibe un extraño ajetreo. Las personas acopian víveres, aseguran las viviendas mientras las autoridades alertan. Las zonas más vulnerables (como las costeras) suelen ser evacuadas. Los medios noticiosos brindan información constante. Cada pocas horas los centros meteorológicos actualizan los datos: intensidad del viento, rumbo de traslación, posible pronóstico a corto plazo.

El clima se descompone progresivamente mientras la tormenta se acerca. Hasta último minuto no se precisa el impacto del ciclón: la intensidad es desigual en las distintas partes de la tormenta. Los vientos más fuertes (y por tanto más devastadores) se encuentran cercanos al centro. Conforman la llamada “pared del ojo”. En el “ojo” del huracán existe una paz absoluta. No hay nubes, ni viento, ni lluvia. Sale el sol si es de día, o las estrellas de noche. La presión atmosférica alcanza su punto mínimo. Parece que la catástrofe acaba, pero solo es una tregua de 15 minutos. Luego prosigue la devastación, frecuentemente más potente.

La velocidad de traslación, el tamaño del fenómeno y la trayectoria de desplazamiento determinan el tiempo de azote. Usualmente demora menos de un día, aunque trayectorias insólitas pueden expandir ese período hasta una semana.

Luego llega la paz, que es como de sepulcros. Casas derribadas. Carreteras interrumpidas. Ríos crecidos. Cortes eléctricos indefinidos. Cosechas perdidas. Tras del huracán comienza el tormento más extenso.

Asunto de “categoría”

Los ciclones tropicales se califican según los vientos máximos sostenidos durante un minuto. Aviones de reconocimiento sobrevuelan la pared del ojo. Con sofisticados aparatos tecnológicos miden la velocidad y presión barométrica.

Según estos datos, los meteoros se califican de la siguiente manera en la escala Saffir­Simpson, la más habitual:

René García
René García