La sonda espacial estadounidense Osiris-Rex abandonó el lunes la órbita del asteroide Bennu, del que recogió muestras de polvo el año pasado, para comenzar su largo viaje de regreso a la Tierra.

La sonda aún tiene una gran distancia que cubrir antes de aterrizar en el desierto de Utah el 24 de septiembre de 2023.

Osiris-Rex “se está alejando ahora a más de 600 millas por hora de Bennu, de camino a casa”, dijo Dante Lauretta, jefe de la misión, en la transmisión de video de la NASA del evento.

Los propulsores de la nave espacial se activaron sin incidentes durante siete minutos para poner la sonda en la trayectoria correcta a casa, un viaje de 1.400 millones de millas (2.300 millones de kiómetros).

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Lleva más de 60 gramos de polvo y fragmentos del asteroide, la muestra más grande recolectada por la NASA desde las rocas lunares traídas por las misiones Apolo.

Operación de alto riesgo

Para lograr este objetivo, la agencia espacial estadounidense lanzó una operación de alto riesgo en octubre de 2020: la sonda entró en contacto con el asteroide durante unos segundos y se emitió una ráfaga de nitrógeno comprimido para levantar la muestra de polvo que luego fue capturada.

La sorpresa para la NASA fue que el brazo de la sonda se hundió varios centímetros en la superficie del asteroide, mostrando a los científicos que “las superficies de estos asteroides de escombros están muy poco consolidadas”, dijo Lauretta.

Según la revista Business Insider, la NASA realiza simulaciones para detectar posibles acercamientos de asteroides a la Tierra, a fin de planificar una posible respuesta y evitar que los cuerpos celestes colisionen con nuestro planeta.

La agencia espacial simuló la respuesta ante el acercamiento de un hipotético asteroide localizado a 35 millones de millas de la Tierra, con un impacto previsto a un plazo de seis meses.

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El resultado no fue muy esperanzador: los científicos concluyeron que para poder reaccionar de manera efectiva ante la posible amenaza de un asteroide, es necesaro un plazo mucho mayor de anticipación.

Si el hipotético asteroide fuera detectado seis meses antes del posible impacto, ninguna de las tecnologías disponibles hasta el momento podría hacer nada para evitar la colisión con la Tierra.

Por ello, la NASA subrayó la necesidad de desarrollar un súper telescopio con capacidad para detectar asteroides mucho mayor que la actual.