Un divorcio concretado en términos muy poco amigables es el escenario del que podría ser el primer crimen cometido en el espacio, y en el cual se ha visto envuelta la propia Agencia Aeroespacial Estadounidense (NASA).

El caso comienza con Summer Worden, una exoficial de inteligencia de la Fuerza Aérea quien, el año pasado, comenzó a preguntarse cómo era que su exesposa, Anne McClain, podía saber tanto sobre sus finanzas. Sabía que había comprado un auto, dónde y cuánto le había costado exactamente.

No se trataba sólo de una intromisión doméstica. Worden y McClain estaban tramadas en una agria disputa por la custodia de su único hijo, un niño de 4 años, y la supuesta incompetencia económica de Worden era uno de los principales argumentos de McClain para quedarse con el menor.

Las sospechas de Worden la llevaron a pedir a su banco un registro de los accesos que se había hecho con sus datos a su cuenta bancaria. Entre ellos, uno le dio la pista que necesitaba: una de las direcciones de internet provenía de la NASA.

Pero no era cualquier dirección. McClain es una astronauta que estuvo 6 meses en la Estación Espacial Internacional (ISS), desde donde habría realizado los accesos para husmear entre los gastos de su expareja.

McClain no tuvo empacho en reconocer que lo había hecho aunque, según ella, fue sólo para supervisar los gastos que aún sostenían entre ambas y, además, lo hizo con los datos que la propia Worden le había proporcionado antes de su separación. Su exesposa no lo tomó tan a la ligera. Puso una denuncia ante la Comisión Federal de Comercio de EEUU (FTC) acusando a McClain de usurpación de identidad y de transgredir la privacidad de sus estados de cuenta.

“Me sorprendió que hubiera llegado tan lejos. Sabía que no estaba bien”, indicó Worden al New York Times.

Anne McClain | New York Times
Anne McClain | New York Times

La que podría ser una denuncia regular tomó ribetes inesperados. Al ser la Estación Espacial Internacional el escenario del supuesto delito, significa que las jurisdicciones de Estados Unidos, Rusia, Japón, la Unión Europea y Canadá están involucradas. Y si bien estas naciones habían fijado posturas sobre quién tenía atribuciones sobre los astronautas de cada nacionalidad, hasta ahora nunca se había investigado un crimen ocurrido en el espacio.

Por su parte, el abogado de McClain, Rusty Hardin, indicó que la astronauta tenía plena certeza de que no hizo nada de mala fe. Según el jurista, su única intención fue asegurarse de que hubiera suficientes fondos para pagar las cuentas relacionadas a los gastos de su hijo, labor que había llevado a cabo durante toda la relación.

Worden agregó un elemento. Según su versión, McClain le habría hecho llegar desde el espacio correos electrónicos con mensajes amenazantes, acusación que la astronauta niega rotundamente.

Saber cuál es exactamente la verdad puede ser un asunto delicado. Por ahora es la NASA la que tomará cartas en el asunto, pero un factor que no se había previsto es qué ocurrirá si es la justicia quien ordena periciar los computadores instalados en la Estación Espacial Internacional, equipos que, por razones evidentes, cumplen funciones o tienen información muy sensible.

“Sólo porque haya ocurrido en el espacio, no significa que no esté bajo dominio de la ley”, indica Mark Sundahl, director del Centro Global de Legislación del Espacio en la Universidad Estatal de Cleveland, añadiendo que hasta el momento, ni él ni la NASA tenían registros de un hecho similar ocurrido en el espacio.

Sin embargo, a medida que aumentan las misiones espaciales públicas y privadas, es probable que estos casos se hagan más comunes. El New York Times recuerda que en 2011, la NASA había interpuesto un recurso judicial contra la viuda de un ingeniero espacial, quien estaba tratando de vender una roca lunar. En 2013, un satélite ruso resultó dañado por los desechos de un satélite que China impactó con un misil durante una prueba. Y en 2017, un empresario australiano demandó a una agencia privada de turismo espacial por un viaje cuya realización estaba excediendo el plazo acordado.

“Entre más veces vayamos y más tiempo pasemos allá, todas las cosas que ocurren acá (en la Tierra) comenzarán a pasar en el espacio”, sentenció Sundahl.