La Luna se está encogiendo a medida que su interior se va enfriando, “adelgazando” unos 50 metros en los últimos cientos de millones de años.

Así lo afirmó la NASA a través de un comunicado, indicando que mientras ocurre este proceso, el satélite se ha estado arrugando, similar a lo que ocurre con las uvas cuando se transforman en pasas.

No obstante, a diferencia de la piel flexible de las uvas, la corteza superficial de la Luna es frágil, por lo que se va rompiendo a medida que se encoge.

Este fenómeno hace que se formen “fallas de empuje”, en donde una parte de la corteza se desliza hacia arriba sobre una parte vecina.

El valle de Taurus-Littrow | NASA
El valle de Taurus-Littrow | NASA

“Nuestros análisis ofrecen la primera evidencia de que estas fallas aún están activas, y probablemente producen terremotos lunares a medida que la Luna continúa enfriándose y disminuyendo gradualmente”, señaló Thomas Watters, científico senior del Centro de Estudios Planetarios del Museo Smithsonian.

“Algunos de estos terremotos pueden ser bastante fuertes, alcanzando los 5º en la escala de Richter”, agregó.

NASA
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Watters lideró un equipo de investigación que creó un algoritmo para procesar datos de 28 sismos superficiales ocurridos entre 1969 y 1977. De esta manera, descubrieron que 8 de los 28 sismos ocurrieron dentro de unos 30 kilómetros de distancia de fallas visibles en las imágenes lunares.

Estas fallas que se generan en la corteza se asemejan a pequeños acantilados que son visibles desde una docena de metros de altura por sobre la superficie de la Luna.

De hecho, cuando los astronautas Eugene Cernan y Harrison Schmitt se desplazaron en el vehículo lunar en 1972, tuvieron que zigzaguear sobre el acantilado de la escarpa de falla Lee-Lincoln, en el marco de la misión Apollo 17.