Si alguna vez has querido tener una perspectiva sobre la cantidad de basura espacial que orbita alrededor de la Tierra, una herramienta que te resultará de gran utilidad es la visualización 3D creada por el desarrollador del software Richie Carmichael.

Se trata de una animación que arrojó que el 76% de estos objetos son fragmentos que provienen de los satélites lanzados por el ser humano.

Sin embargo este archivo sirve además para ilustrar el síndrome de Kessler, el que cada vez cobra mayor importancia, y que según explica la sección Indy 100 del periódico británico The Independent, sugiere los problemas que podrían existir en el futuro para realizar nuevas misiones espaciales.

Esta teoría, propuesta por el científico de la NASA Donald J. Kessler en 1978, describe un escenario en el que la densidad de los objetos en la órbita terrestre es cada vez más elevada, lo que aumenta las posibilidades de provocar colisiones.

A su vez, estos impactos crearán aún más basura, y por ende, se incrementa el riesgo, provocándose un efecto dominó.

De acuerdo a lo informado por la agencia de noticias Agence France-Presse, se estima que unas 170 millones de piezas de la llamada “chatarra espacial”, dejada luego de misiones espaciales y que pueden llegar a ser tan grandes como todo un piso de un cohete espacial, orbitan muy cerca de infraestructuras espaciales.

Basura espacial localizada en órbita baja terrestre (CC) Wikimedia Commons
Basura espacial localizada en órbita baja terrestre (CC) Wikimedia Commons

Pero sólo se sigue el rastro de 22.000 trozos, fragmentos que podrían desplazarse a velocidades superiores a los 27.000 km/h. Las más pequeñas piezas podrían provocar serios daños, o destruir, satélites, explican los expertos.

“Cada año el problema de la basura espacial es peor“, dijo a la AFP Ben Greene, al frente del Centro de investigación espacial de Australia que organiza la conferencia de dos días en Canberra, ciudad del mismo país.

“Perdemos tres a cuatro satélites por año por colisiones con los restos espaciales. Estamos muy cerca, según estimaciones de la NASA, de perder todo dentro de cinco a diez años”, agregó.