Es imposible concebir la libertad política mientras no haya libertad de expresión y de opinión. Es decir, sólo puede haber libertad política si hay libertad de prensa.

Como respondiendo a esa realidad, el Parlamento de Noruega, este año, desechó otorgarle el Premio Nobel de la Paz a la joven ecologista Greta Thunberg. Y, en cambio, resolvió dividir el premio entre dos valientes periodistas.