En algunos días más será el fatídico 11 de septiembre, la fecha en que el presidente de Estados Unidos Richard Nixon logró lo que él llamaba “patearle el trasero” al presidente de Chile Salvador Allende, en 1973; y, también, la fecha del atentado terrorista contra el World Trade Center de Nueva York, en 2001, que dejó un saldo de más de 3 mil estadounidenses muertos.

El viernes el actual presidente de Estados Unidos, Joseph Biden, anunció estruendosamente que había emitido ya un Decreto Supremo ordenando que los organismos de seguridad nacional revisen y preparen toda la documentación existente sobre los atentados del 11 de septiembre de 2001, para su eventual desclasificación que permitiría revelar públicamente toda la verdad de aquellos hechos.

El mismo viernes, la jurista y abogada Brett Eagleson, cuyo padre pereció en una de las torres, publicó un cauteloso artículo en el periódico New York Daily News, agradeciendo que Biden se haya atrevido a algo a lo que se habían negado los tres presidentes anteriores: George W. Bush, Barack Obama y Donald Trump.

Pero Brett Eagleson se muestra escéptica, señalando que se conoce bien cómo la maquinaria policial y burocrática de Washington puede retrasar la desclasificación, con un pretexto tras otro, y, además, puede editar o re-escribir los documentos en términos tales que al fin quedan reducidos a palabrería hueca. O sea, documentos que no documentan nada.

¿Será real entonces que ahora se revelarán los secretos oscuros que rodean el ataque terrorista?