El martes próximo se inicia el Foro Económico Mundial en Davos, un muy aristocrático rincón turístico en los Alpes Suizos. Cualquiera podría encogerse de hombros, pensando que sólo se trata de una reunión más de súper ricachones, coludidos con políticos, tan codiciosos los unos como los otros.

Pero en Davos la cosa no es tan así no más. En realidad, el foro es una fundación privada, con sede en Ginebra, Suiza, en que participan, a través de sus máximos ejecutivos, las algo más de 1.200 empresas más importantes del mundo entero, cada una con una facturación anual superior a los 10 mil millones de dólares.

Ellos pagan una cuota anual de más de 42 mil dólares, a lo que se suma una cuota adicional de 18 mil dólares, también anuales, para participar en las asambleas. Además, las empresas industriales, financieras y estratégicas, pagan entre 250 mil y 500 mil dólares anuales, en respaldo de participar en la conducción, selección de temas y toma de decisiones en el foro. En realidad no pagan en dólares, pagan en francos suizos.

Son estos directivos de las más poderosas empresas mundiales, las que organizan y financian el foro en que sólo pueden participar por invitación, personas especialmente elegidas entre hombres de ciencia, políticos y altos representantes de organizaciones internacionales incluyendo además a otros personajes escogidos entre académicos, hombres de ciencia, filósofos, religiosos de diversos credos y también líderes sindicales relevantes.

Se espera que en el foro que se realizará entre el martes y el viernes próximo, van a participar alrededor de 2 mil invitados y unos 1.200 representantes de las mayores empresas del planeta.

El Foro Económico Mundial se declara absolutamente desligado de ideologías, partidismos políticos o intereses nacionales.