Estados Unidos, al aplicar su política de sanciones y guerras comerciales, terminó obligando a que Europa y Asia desarrollaran sistemas alternativos. Y con ello están cambiando rápidamente la política internacional. Un subproducto tecnológico.

Ahora se perfila un nuevo tipo de, digamos, capitalismo en que, al parecer, una multitud de pequeñas empresas, o incluso de personas individuales, podrán operar en forma cooperativa, conectándose entre sí mediante empresas especializadas, como en lo que han llamado la “Uberización”.

Aparentemente ese proceso ya está dándose y con notable éxito. De hecho, la mayor parte de la potente industria italiana opera como subcontratista en producción cooperativa con otras empresas.

¿Es eso una economía de izquierda o de derecha? Como fuere, no es una economía neoliberal, ya que para funcionar con éxito necesita contar con un aparato regulador que sea fuerte, eficaz y muy difícil de embaucar.

O sea, se trata de un sistema de regulación vigilante, que, finalmente, se transforme en una implacable moralidad blindada contra la corrupción.

Quizás le debamos a la tecnología digital la posibilidad de desarrollar una moral y una política en la que todos podamos realmente confiar. Porque las máquinas no son codiciosas ni malvadas. No tienen vanidad ni sienten celos. Ellas funcionan no más, como si les gustara funcionar bien.

Al parecer, cobra cada vez más fuerza la tesis de que finalmente se instaurará un régimen de salario básico de subsistencia, para todos y sin tener que trabajar. Los que quieran ganar más, ellos podrán encontrar trabajo.

Y el financiamiento de ese salario básico se produciría a través de un impuesto único a las ganancias de las empresas. ¿Qué tal?

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