El domingo pasado mencionamos cómo el gobierno de Chile aparecía sumándose a una guerra comercial contra China, obedeciendo las instrucciones del vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, a raíz de que China se negó a aceptar como representante de Venezuela al Banco Interamericano de Desarrollo, a un personaje designado por Juan Guaidó.

Ahora, Estados Unidos está intentando también desconocer a la Organización Mundial de Comercio, por la misma razón. Con ello, Washington podría paralizar todo el mecanismo de normalización legítima del comercio internacional. No tengo información de si el gobierno de Chile apegará también a eso.

Pero, ahora, el gobierno de Chile aparece en otra extraña situación ante China, que implica nada menos que una acusación de “dumping” en el rubro de las bolas de acero que se utilizan en la molienda de minerales en bruto, iniciando el refinamiento.

Esas bolas son fabricadas en Chile por varias empresas, utilizando acero que se le compra a la CAP, la Compañía de Aceros del Pacífico. Pero ahora la producción nacional está siendo desplazada por bolas fabricadas en China, que son más baratas. Si la producción nacional se queda sin mercado, quebrarían las fábricas de bolas, con lo que se perderían alrededor de 3 mil puestos de trabajo. Pero además, la propia CAP perdería ese mercado para su acero y se teme que con ello podría ir a la quiebra.

Es decir, sería la ruina de la industria chilena del acero.