Los últimos hechos sobre la situación de Venezuela son tan complejos que resultaría imprudente aventurar un análisis sobre información que todavía es insuficiente o sesgada, y, menos, aún, aventurar un vaticinio sobre un posible desenlace a corto plazo.

Por ahora hay que conformarse con entregar la información firme disponible, que, Ud. verá, puede proyectarse a resultados sorprendentes.

Primero, en relación al supuesto “aislamiento” internacional en que se encontraría el Presidente Constitucional de Venezuela, Nicolás Maduro. El viernes, el Secretario General de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, confirmó que, ante la Asamblea General y el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, se reconoce al presidente Maduro como legítimo Presidente Constitucional de Venezuela.

Respondiendo a una carta enviada por el diputado Juan Guaidó que, en su calidad de “presidente encargado” de la nación, solicitaba reconocimiento oficial y ayuda humanitaria para su gobierno, el Secretario General le respondió que las Naciones Unidas están listas para aumentar sus programas humanitarios y de desarrollo para Venezuela y en Venezuela, pero que para eso es necesario que sea el gobierno del presidente Nicolás Maduro el que lo solicite y preste su colaboración.

Por otra parte, el gobierno de Italia señaló que no reconoce de ningún modo la proclamación de Guaidó. El ministro italiano de exteriores, Manlio Di Stefano, señaló que la Carta de las Naciones Unidas hace imposible aceptar una proclamación de esa naturaleza, y el vicepresidente italiano, Luigi Di Maio, del Movimiento 5 Estrellas, especificó que a Guaidó no lo eligió el pueblo venezolano.

También el célebre dirigente social demócrata, Gerhard Schroeder, canciller de Alemania hasta 2005, criticó severamente la imprudencia de Washington de reconocer de inmediato a Guaidó como supuesto “presidente interino”.

Paralelamente, la Unión Europea dio a conocer que un importante grupo de países europeos y latinoamericanos integrarán desde ya un llamado “grupo de contacto”, apuntado a alcanzar una salida pacífica y democrática a la crisis venezolana.

Para ello se propondría la realización de nuevas elecciones en Venezuela, pero no en el absurdo plazo de 11 días que algunos países habían señalado inicialmente, sino en un proceso de 90 días.

En este Grupo de Contacto participarán la Unión Europea misma, más los gobiernos de Alemania, Francia, Italia, Suecia, Holanda Portugal y España, más los países sudamericanos Bolivia, Costa Rica, Ecuador y Uruguay.

Según la canciller de la Unión Europea, Federica Mogherini, ya en esta semana que se inicia se realizará el primer encuentro, en América Latina, y se espera que otros gobiernos latinoamericanos se incorporen también.

Es decir, la Unión Europea adhirió al llamamiento de los gobiernos de Uruguay y México, de descartar las presiones amenazantes y el peligro de una guerra civil, y, en cambio, aceptar el llamado del gobierno de Nicolás Maduro a entablar un diálogo con la oposición.

¿Habrá tiempo para realizar ese referéndum y esas elecciones? ¿Veremos en nuestra América un nuevo Vietnam?

Posiblemente en el curso de esta semana, tendremos suficiente información firme y válida cuyo análisis nos permita prever un desenlace. Como fuere, después de esta intentona de golpe, Estados Unidos y sus sacristanes sudamericanos no van a quedar muy bien parados ante la comunidad internacional.

Pero, en fin, la vergüenza, aunque sea desagradable, puede resultar muy educativa, muy pedagógica y muy saludable.

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