La semana anterior, el diplomático jefe en asuntos de Siria, Brett McGurk, había declarado en Washington -en un informe oficial- que el Estado Islámico había sido destruido en Siria e Irak, pero que no estaba aniquilado del todo.

Luego, el lunes pasado, el enviado especial de Washington a Siria, Jim Jeffrey, precisó en conferencia de prensa que Estados Unidos se quedará con sus tropas en Siria todo el tiempo que sea necesario, hasta que se materialice un proceso de paz que le parezca conveniente a Washington.

Sin embargo, esos dos altos comisionados de Estados Unidos en Siria obviamente ignoraban que el viernes 14 el presidente Donald Trump había tenido una larga y muy secreta conversación con su colega, el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan.

De hecho, todos quedaron atónitos el miércoles 19 cuando el presidente Trump despachó un tuit a las redes sociales anunciando que, habiendo sido derrotado el Estado Islámico, quedaba ya cumplida la misión de Estados Unidos en Siria. Por ende, todas las fuerzas militares estadounidenses en Siria -unos 2.400 hombres- iniciarán de inmediato sus operaciones de regreso a casa.

La reacción de la prensa internacional de occidente, fue un coro de imprecaciones contra Donald Trump por lo que parecía un regalo para el presidente ruso Vladimir Putin, que ahora quedaba como figura dominante en el llamado Medio Oriente. Sin embargo, el presidente Putin no se mostró nada de feliz.

Señaló Putin que ahora, sin la interferencia y el obstruccionismo amenazante de Estados Unidos, el proceso de paz podrá lograrse rápidamente, bajo la dirección de las Naciones Unidas, con la aprobación de una nueva constitución política de Siria seguida por elecciones generales.

Pero ni Vladimir Putin, ni su gabinete de gobierno, ni el parlamento de la Federación Rusa, creen que ese retiro -si se realiza- va a ser realmente favorable para Rusia y sus aliados. Al parecer, los servicios de inteligencia del Kremlin ya están enterados de otros ángulos ocultos de la nueva situación estratégica internacional.

Las primeras reacciones internacionales por la decisión de Donald Trump ya se hizo sentir ,principalmente en los países de la cuenca del Pacífico, especialmente Japón, Australia, Corea del Sur, Taiwan y la India, donde de inmediato se produjeron reacciones de inseguridad por la dudosa lealtad de Estados Unidos en materias estratégicas.

Pocas horas después de conocerse la decisión de Trump sobre retirada de tropas, se produjo un primer conato de hostilidad militar entre Corea del Sur y Japón, cuando buques de guerra surcoreanos enfocaron sus radares de puntería misilística sobre buques de guerra de la armada japonesa.

Así pues, aunque comience con el sonido “pas”, esta Pascua no nos está prometiendo paz y estas Navidades nos llegan con novedades muy turbias.

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