Durante la semana pasada se hizo evidente que las democracias occidentales están perdiendo la capacidad de encontrar un rumbo humanista, evitando el permanente peligro de una nueva guerra.

Como señaló un estudiante francés en las protestas del sábado, la gente está cada vez más enojada y siente que los políticos nos están obligando a elegir, cada vez, entre lo que es malo y lo que es peor.

En el siglo 19, el militar prusiano Carl Von Clausewitz señaló que la guerra no es más que la continuación de la Política por otros medios.

Así, señaló que tanto la política como la guerra se desarrollan a partir de tres elementos.

Estos son: el Odio, como envidia, resentimiento o ganas de venganza; la Codicia, como apetencia de obtener ganancia o lucro; y la Astucia, como capacidad de planificar, observar para actuar en el momento justo y con la fuerza necesaria.

En estos días, la prensa occidental se esfuerza en su gran mayoría en instalar odio y miedo en la gente de la base social: a la derecha y el liberalismo falso, a la izquierda y el socialismo, a los chinos, latinoamericanos, negros, católicos, judíos, ateos, machistas, minorías sexuales…

La codicia en tanto, se instala como una ficción de que la ganancia económica y poder de compra, como si estar a la moda y despertar aunque sea un poquito de envidia en los vecinos fuera el único camino a la felicidad.

Mientras que el tercer factor, la Astucia, se la mantiene pudorosamente bien disfrazada como defensa de la libertad y la democracia, frente a la horrible amenaza de los otros, quienquiera que sea que esté compitiendo por el poder. El poder político o el poder militar. Y en ambos casos el poder se expresa en dinero.

El problema de la visión de Von Clausewitz es que en esa asimilación de guerra y política como dos caras de una misma moneda, se produce que la paz y el verdadero progreso pasen a ser imposibles, y así lo ha demostrado la historia.

Porque la gente, al fin, termina por cansarse de elegir entre lo malo y lo peor.

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