La Oficina de Auditoria Contable del Gobierno de Estados Unidos, creada en plena crisis económica en los años 20 del siglo pasado, mantiene hasta ahora un serio prestigio investigando a conciencia los gastos que realiza el Ejecutivo.

Su jefe máximo se mantiene por 15 años, mantiene un estatus comparable con los ministros de la Corte Suprema y no puede ser destituido.

La semana pasada el controlar general de los Estados Unidos denunció despilfarro del Gobierno de cientos de millones de dólares de los contribuyentes, por su incapacidad de originar políticas en torno al cambio climático, considerando los costos producidos este años por los huracanes, inundaciones, sequías e incendios que devastaron cientos de miles de hectáreas agrícolas.

Hasta ahora se ignora qué efectos se hacen inminente por la acumulación de basura en el océano, pero se sospecha que interviene las corrientes marinas y, de mantenerse, la producción de plástico, en ocho años habrá un alud anual de 155 millones de toneladas, las que gran parte será arrojado al mar.

Los recursos en gastos militares más las vidas perdidas suma grandes cifras, concentrando además gran parte de la investigación científica en este área, en vez que otros ítemes como medio ambiente.

Así pues, nos encontramos en un remolino de cambio climático y destrucción de la auténtica riqueza en las guerras, creando una horrorosa herencia sobre los niños.

¿A quién le sacan dinero para financiar las guerras? ¿Quiénes se vuelven ricos con las guerras? Para la gente común, sólo la paz es un buen negocio.