Esta semana resultó plagada de noticias que han llegado al borde de ser chistes macabros. Una especie de humor negro y feo, aunque también sobrecogedor como esos cuadros terroríficos que pintó don Francisco de Goya, subiéndose al anca del siglo 19. Los titulares resultan caricaturas. Exageraciones intencionadas para convencer a la gente, o al menos para mantenerla asustada.

Ciertamente lo que domina la semana es el redoble fúnebre de la masacre en Niza, en que fueron asesinadas 84 personas inocentes que sólo celebraban la Fiesta Nacional de Francia, y, por otro lado, el enigmático y fallido golpe de estado en Turquía.

Nos preguntamos si la justicia internacional es algo más que una farsa. Y podemos comenzar por lo más livianito, el deporte. Este sábado, el presidente de los Comités Olímpicos de Europa, Pat Hickey, declaró que ha visto con estupor la arremetida de Estados Unidos y Canadá para excluir por completo a los atletas rusos que postulan a participar en la Olimpíada de Verano que comienza en Río de Janeiro el 5 de agosto.

Los dirigentes de Estados Unidos y Canadá afirman que Rusia, toda Rusia, incluyendo al propio gobierno, habían participado en el dopaje de atletas durante la Olimpiada de Invierno realizada en Sochi en 2014.

Pero el máximo dirigente europeo responde que es impresentable en todos los niveles aquel intento de obtener un fallo incriminatorio, sin haber presentado ni la menos prueba que sostenga tales acusaciones contra Rusia.

Y agregó Pat Hickey que los intentos anti-rusos de Canadá y Estados Unidos violan el concepto universalmente reconocido del derecho a un juicio justo.

Finalmente, el máximo dirigente europeo del deporte señaló que debe cuestionar con qué autoridad los agentes antidoping de Canadá y Estados Unidos se han atrevido a redactar un fallo judicial internacional y con qué autoridad pretenden imponer el destierro total de un miembro de la Gran Familia Olímpica”.

¿Se fija Ud.?, Europa está denunciando nada menos que un intento doloso de Estados Unidos y Canadá para obtener un fallo políticamente manipulado, de un tribunal internacional.

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