Con frecuencia, Albert Einstein es referido como autor de una cita que se ha convertido en la absolución de todo orgulloso poseedor de un espacio de trabajo sumido en el caos: “Si un escritorio desordenado es sinónimo de una mente desordenada, ¿entonces de qué es sinónimo un escritorio vacío?”.

Sin embargo esta frase tiene dos problemas. Primero, que no es de Albert Einstein, sino de Laurence Peter, un educador canadiense más conocido por concebir el infame “Principio de Peter” (“todo empleado es ascendido hasta alcanzar su nivel de incompetencia”).

Y segundo, que no es cierta.

Quizá muchos evocaron el concepto de Peter (el del escritorio, no el de la incompetencia) este domingo, al ver la imagen que el diario La Tercera publicó del presidente Sebastián Piñera en su despacho. En ella, el mandatario aparece buscando espacio para depositar una carpeta en su escritorio, abarrotado entre pilas inclinadas de archivadores, documentos, dossiers, correspondencia, legajos, blocs de apuntes y cuanto otro instrumento ofrece el vasto mundo de la papelería.

Diario La Tercera | Pulsa para ampliar...
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A primera vista, todos podemos observar que el presidente es un hombre muy ocupado. Pero al ir un poco más allá, la imagen también parece ser un preocupante símbolo de la parálisis y el caos en que se encuentra sumido el gobierno.

Contrario a la idea de Peter, existen varios estudios en psicología que establecen cómo un entorno de trabajo desordenado no sólo afecta seriamente la productividad de una persona, sino que es capaz de generar estrés a diferentes niveles, desde la sola percepción visual de estar abrumado, hasta la sensación de que nuestra labor jamás está finalizada.

“Significa que tienes otras cosas en la cabeza. Estás demasiado ocupado, no estás realmente enfocado en algo por lo que te vuelves reactivo en vez de proactivo. Las personas así no pueden centrarse en lo que están trabajando, es difícil para ellas fijar sus prioridades y su labor se vuelve confusa en general”, dijo sobre el tema al diario británico The Independent la experta organizacional Patty Cruz-Fouchard.

No en vano, cuando el “cerebrito” Martin realiza una inédita alianza con Bart Simpson para ayudarle a estudiar y evitar repetir el año, una de las primeras acciones que realiza es despejar su escritorio y su habitación, para que estos le resulten menos distractivos.

Así, al volver a la fotografía presidencial, cabe preguntarse, ¿será capaz de avanzar nuestro gobierno con la celeridad que amerita una crisis tras otra, si navegar entre la documentación diaria parece una labor más cercana a la arqueología que a la política?

Desde luego, hay que considerar que la primera magistratura conlleva responsabilidades en un sinnúmero de ámbitos. Pero cuando vamos hasta el escritorio del presidente de Estados Unidos -el mismo donde Piñera tomó asiento entre las risas nerviosas de su comitiva durante su visita a la Casa Blanca en 2013- vemos una superficie escueta, apenas dotada de un par de intercomunicadores y una hoja de apuntes. Una tradición que hasta la excentricidad de Donald Trump ha mantenido vigente.

VIsita de Piñera a la Casa Blanca en 2013
VIsita de Piñera a la Casa Blanca en 2013

¿Podrá ser que este colapso presidencial vaya más allá del desorden, y refleje la incapacidad de Piñera para delegar tareas, convirtiéndose en un cuello de botella para su gestión? No sería la primera crítica al respecto. Recién en febrero del año pasado, cuando Chile todavía era un “oasis de tranquilidad”, habían voces que clamaban contra el estilo “personalista” del mandatario y su incapacidad para delegar.

“Comunicacionalmente termina opacando la figura de sus ministros y además es una estrategia bastante riesgosa. Ante cualquier costo o error, no existirá ningún cortafuegos. El riesgo es también que sus ministros no tomen decisiones con cierta instantaneidad por el temor de verse desautorizados por él. A la larga será sinónimo de errores no forzados y autogoles”, vaticinaba el diputado DC, Gabriel Silber.

Sin embargo no era necesario ir hasta la vereda del frente para encontrar descripciones similares. Apenas unos meses después del terremoto del 27F y de instalarse por primera vez en La Moneda, Pablo Longueira hacía una dura crítica al personalismo que el gobernante imprimía a su administración, dejando de lado el trabajo en equipo.

“El gran problema del gobierno de Sebastián Piñera, es que es de Sebastián Piñera”, acuñó por entonces el extimonel de la UDI.

Sólo hace algunos días, la prestigiosa revista británica The Economist lanzaba una ácida editorial contra el manejo económico que ha tenido el gobierno tras el inicio de la crisis por la covid-19. “Torpe y lento” fueron dos de las palabras con que describió su reacción frente a la pandemia, con medidas que “no han llegado a quienes las necesitan”.

¿Será aquel desorden buró(crático) responsable o al menos reflejo de esta inacción gubernamental?

Quizá Laurence Peter (ahora sí), tenía razón cuando en otro de sus textos, afirmaba que “en cada organización, hay una considerable cantidad de madera muerta a nivel ejecutivo”.

Desde luego, se refería a los escritorios.

Christian Leal
Director BioBioChile