En ocasiones el absurdo de la vida real puede superar con creces el de la ficción.

Con mi mujer nos aficionamos a Unbreakable Kimmy Schmidt, una serie que mezcla el humor absurdo con una crítica social de humor negro a niveles radioactivos.

En un capítulo, la protagonista se inscribe en un curso para adultos que quieren terminar su educación secundaria, sin embargo de da cuenta de que su profesor no sólo es negligente sino un flojo rematado. Acaba descubriendo que el sujeto ni siquiera quiere motivación, sino que lo declaren oficialmente incompetente para ser trasladado a una sala especial donde seguirá recibiendo su sueldo por hacer nada.

Literalmente nada.

Pensamos que aquella sala de la vagancia docente sería parte del absurdo de la serie, pero no. Un artículo del New York Times cuenta que no sólo existen -y mantienen a más de 800 maestros neoyorkinos- sino que ahora se pretende reincorporar a algunos de esos maestros incompetentes o negligentes a las clases regulares.

Se le llama la “reserva” y fue creada en 2005 como un acuerdo entre el entonces alcalde Michael Bloomberg y el equivalente al Colegio de Profesores de la ciudad, a fin de que los directores pudieran remover a los malos elementos, pero sin despedirlos.

Así, profesores que iban a dormir a clases, inventaban notas porque les daba pereza revisar pruebas, registraban arrestos por violencia intrafamiliar o acoso, e incluso infligían castigos corporales a alumnos con discapacidad, eran separados por años de sus cargos pero dejados en una sala donde podían dedicarse a… navegar en internet.

El reporte dice que muchos de los maestros en la “reservano tienen o nunca tuvieron la capacidad de hacer clases, y que algunos de ellos son ‘mentalmente inestables’.

Unbreakable Kimmy Schmidt | Netflix
Unbreakable Kimmy Schmidt | Netflix

Y por cierto, no reciben malos sueldos. Algunos están en el escalafón superior de pagos, con más de 113 mil dólares anuales (casi 6 millones de pesos chilenos mensuales).

Comprenderán entonces la alarma de la comunidad educativa cuando el actual alcalde, Bill de Blasio, apremiado por los más de 150 millones de dólares anuales que debe pagar a estos maestros desocupados, anunció que los directores que requieran nuevos profesores deberán recurrir a los que están en la “reserva“.

Como en todas partes, los más afectados serán las escuelas públicas de barrios pobres, para las que además de lidiar con sus recursos escasos, escaso apoyo familiar y alumnos conflictivos, ahora deberán sumar profesores conflictivos.

Es un círculo vicioso. Si mezclas alumnos conflictivos con profesores conflictivos, nada bueno puede salir de eso“, indicó al periódico Bernard Gassaway, un exdirector de escuela y superintendente de Educación.

Por ejemplo en un recinto del Bronx, donde requieren profesores capaces de desafiar a sus alumnos a salir de la pobreza y la delincuencia, un supervisor determinó que uno de los profesores “carecía de toda energía o entusiasmo para ser un buen maestro”, sin embargo sólo le aplicó una multa pues “ser aburrido no es en sí una causal de despido”.

Curiosamente, uno ve muchos paralelos con el proceso chileno, donde el Colegio de Profesores nacional se ha convertido en una organización muchas veces más preocupada de evitar que los profesores pierdan sus trabajos o beneficios, que de asegurarse si realmente tienen las aptitudes para ejercer.

Pero en justicia con quienes se esfuerzan día a día para enseñar pese a las dificultades, no son los directivos, padres o alumnos quienes podrían estar más descontentos con la medida.

“Nadie detesta más a un mal profesor que un buen profesor”, concluye el artículo. Y estoy seguro que tiene razón.

Christian Leal
Periodista
Director de BioBioChile