En el exilio conocí el valor universal de la memoria histórica, de cada pueblo, nación y de la humanidad toda y, en consecuencia, la importancia esencial de las personas o instituciones que se dedican a cultivarla, enseñarla, encontrar sus huellas allí donde se perdieron, y a reflexionar una y otra vez, sobre por qué los hechos ocurrieron de un modo determinado y cuál es su impacto en nuestra vida presente.

Tanta importancia se otorgaba a los cultores de la historia, tanto escritores, artistas como historiadores propiamente que, en Moscú, se entendía que durante el estalinismo su profesión era tan crucial como peligrosa, ya que cada oleada represiva de Stalin, fuese para diezmar la vieja guardia bolchevique, o contra médicos, militares, biólogos o agrónomos, terminaba fatalmente con una revisión de los hechos históricos, a fin de acomodarlos a los requerimientos persecutorios de la maquinaria estalinista.

El valor de la memoria histórica se realza en la trascendencia que le asignan tantos luchadores de pueblos y naciones que han insistido que sin memoria una patria no puede ser libre, que la brega y el tesón de las generaciones no se puede perder, que aquel que desconoce el pasado se condena a la ceguera que impone la ignorancia.

Ayer y hoy, los sátrapas repiten el argumento del “montaje”, lo entregó la dictadura chilena una y mil veces y ahora lo repite el exministro de las Culturas…
- Camilo Escalona

Aún más grave es el caso del converso, ese que abandonó una fe o religión y que para convencer de la sinceridad de su apostasía incurre en afirmaciones vergonzosas, en falsificaciones groseras de la realidad, en acusaciones falaces de conducta y palabra de su antiguo credo tendientes a que “le crean”, a persuadir de verdad que un nuevo dogma inspirador, le guía y orienta. En el fondo, hay una visión totalitaria, se sienten dueños de una verdad absoluta.

Ayer y hoy, los sátrapas repiten el argumento del “montaje”, lo entregó la dictadura chilena una y mil veces y ahora lo repite el exministro de las Culturas, aunque ante la crítica lo hace retroceder y dice que ya no piensa lo mismo. Pero, acepta que ese fue su criterio sobre el Museo de la Memoria, lo que revela su disposición a negar la ejecución implacable del terrorismo de Estado en Chile.

En ese ejercicio cometió un error irreparable, nombró un ministro cuyos dichos son intragables y de una catadura moral perversa…
- Camilo Escalona

A 48 horas del cambio de gabinete se hizo evidente que Piñera jugó con fuego y se quemó en su afán de irritar a la izquierda exhibiendo conversos, esos que cruzan a la vereda de enfrente y dicen atrocidades para mostrar autenticidad a sus nuevos amigos. 

En ese ejercicio cometió un error irreparable, nombró un ministro cuyos dichos son intragables y de una catadura moral perversa, por eso lo tuvo que sacar, por inutilizable, un ente sin interlocución viable, ni más ni menos que por tratar de negar la memoria histórica sobre el terrorismo de Estado en Chile.

El cambio de gabinete en cuanto operación política de relanzamiento del gobierno se frustró. Hostigar a la izquierda con un personero que le incomodara por su pasado, fue un boomerang para el propio gobernante que fue testigo directo de cómo su designación se desplomó, obligándole a un cambio con un día hábil en sus funciones.

A la próxima señor Piñera, piénselo mejor. Hay un recuerdo inamovible en el país, los crímenes de Estado que se ejecutaron en Chile no tienen excusa alguna y esa condena está completamente viva en la conciencia nacional. No lo vuelva a olvidar.

Camilo Escalona Medina
Ex Presidente del Senado
Vicepresidente
Partido Socialista de Chile