En Francia ganó la democracia. En primerísimo lugar debido al elevado porcentaje de votantes, que estuvo cerca de un 80% del total del electorado, a pesar del terrorismo islámico, cuyas acciones criminales han dejado una herida dolorosa por sus numerosas víctimas y secuelas en la sociedad civil.

La ciudadanía demostró coraje cívico y compromiso republicano yendo a votar. Fracasaron aquellos que empujaban la abstención usando el miedo y el terror.

Asimismo, ganó la democracia porque existiendo proyectos políticos tan dispares, ha sido posible dirimir la legitimidad en la conducción del Estado mediante la decisión universal de la ciudadanía, es decir, a través del sufragio de todos y todas los que han tenido la voluntad de respaldar a alguna de las opciones que brego en una lucha abierta y pública por tener el apoyo de la soberanía popular.

En efecto, desde posiciones tan alejadas como un fuerte europeísmo al ultra nacionalismo, de una visión de total supremacía estatal al absoluto libre mercadismo, desde la tradición de la izquierda a la opción refundacional, hubo un amplio arco variopinto de visiones y alternativas de sociedad, de opciones culturales e institucionales que confluyeron en la toma final de quién asumirá la conducción del Estado, en este caso, definiendo las dos propuestas que se medirán en la segunda vuelta del próximo 7 de mayo.

La primera mayoría relativa, obtenida por Emmanuel Macron, definido por los observadores como el candidato “centrista” o socialista liberal, recibió de inmediato, a través de Francois Fillon, el respaldo desde la derecha republicana, así como del socialista Benoit Hamon, que aunque derrotado representa en los hechos la formación de un arco de fuerzas democráticas y republicanas capaz de vencer a Marine Le Pen y de una amplitud suficientemente significativa como para dirigir el país.

Francia, situada en el corazón de Europa, resulta ser esencial para la estabilidad global, afectada como pocas por el terrorismo islámico y teniendo como reto la integración social de sus millones de pobres y desempleados y de un extenso contingente formado por millones de inmigrados, requiere como nunca fortalecer su gobernabilidad y contar con una mayoría que la sustente y respalde. Esta primera vuelta es un importante primer paso para avanzar en esa dirección.