La furia de Pamela Jiles

La diputada Pamela Jiles ha hecho presente el carácter inaceptable de la apología de la tortura y el exilio en dictadura. Lo ha hecho, como corresponde, escandalosamente. La diputada interrumpió el curso ‘civilizado’ de una convivencia política en que los discursos que mantienen vivos los atentados a la democracia y a los derechos humanos pasan por normales. La opinión del diputado Urrutia, que provocó las iras de Pamela, según su defensor Macaya, sería equivalente a cualquier otra; que los exiliados eran terroristas y que merecían la tortura, es igual a decir que no me gustan las rosas amarillas.

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