Según “Artificial”, de la cia. Teatro del Terror, aunque se camine por la dura autopista de la distopía, siempre será posible preparar las condiciones para volver a respirar a todo pulmón y construir un mundo más o menos feliz y ético.

Por Leopoldo Pulgar Ibarra

Es lo que piensan los integrantes de un grupo esencialmente innovador, con 11 montajes en su trayectoria -“El pelícano”, “Pájaro”, “La espera”, “Macbeth”, “Lástima que sea una puta”, entre otros títulos- en el género del terror, concepto que abordan de manera más extensa de lo habitual.

Esta vez, aunque se trata de una producción audiovisual, cuya dramaturgia y guión pertenecen a Iván Fernández, el giro radical de las herramientas que se usan dejan ver lo teatral proveniente de la mano de Javier Ibarra, director general de la producción.

Y siempre valorando que la idea del terror es aplicable a hechos y sensaciones que surgen de ciertas relaciones humanas, políticas y sociales que provocan auténtico horror, por lo brutales, discriminadoras y prejuiciosas.

Obviamente, en esta producción destaca de manera especial el uso de recursos cien por ciento audiovisuales, tanto en las imágenes que se crean como en la sonoridad crispante y en una musicalidad que busca el equilibrio.

Son todos factores con vida propia, para ver y mirar, que fluyen en paralelo a un relato de 25 minutos con voces en off y algunos textos escritos en pantalla, con la presencia parcial, diluida e incómoda del cuerpo humano, deconstruido en medio de la vorágine.

Teatro del Terror (c)

Un entorno complejo

Tal vez, acicateada por el encierro pandémico forzoso, “Artificial” tiene áreas crípticas, simbólicas e indescifrables cuando plantea su punto de vista crítico, a través de cinco situaciones observables en la sociedad actual y distópica.

Niña/niño en un viaje interminable; mujer interrogada por inteligencia artificial cuando busca asilo; repartidor de delivery que vive-sufre el narcisismo callejero; hombre que busca respuestas existenciales en Test de Turing (valida si una máquina puede ser tan inteligente como un ser humano); y pareja que sólo aspira a sobrevivir en un planeta en guerra, mismo objetivo de los animales de la naturaleza.

En este ir y venir se mueve esta propuesta que observa y reflexiona sobre el entorno humano, con la tecnología a todo dar y las distorsiones deshumanizadoras que provoca por su uso y sentido actuales.

De principio hasta poco antes del final, siempre predomina en la pantalla un multiverso intrigante, un collage permanente de imágenes y sonoridades, a veces indescifrables por explicables razones técnicas.

Un ambiente vivo, eso sí, agresivo, chirriante, caótico, mutifacético, un lenguaje artificial que, con todo, no parece extravagante ni arbitrario.

Es la confrontación de las aplicaciones tecnológicas de las ciencias en relación a los seres humanos, quienes han permitido conscientemente o no que invadan su privacidad, destruyan el medio ambiente, agredan los equiibrios naturales, sociales y personales.

Allí, en el trancurso de los relatos, el ser humano se manifiesta en una lucha de sobrevivencia permanente, no siempre con claridad ni valentía, sí con muchos temores e indecisiones.

En el fondo, se atisban también las garras de un poder que oculta el rostro y desde el anonimato va creando nuevas realidades como si fueran consecuencia de una inocente evolución.

Teatro del Terror (c)

Entre susurros y distorsiones

El audiovisual es rico en susurros e invitaciones a preguntarse quiénes somos, apagar el celular, cerrar los ojos y escuchar-recordar el sonido del mar.

Mientras subraya que el exceso de ruido y no estar dispuestos a escuchar lo que hay que escuchar sobre otras formas de vivir aumentan las distancias.

Al mismo tiempo, el agua -arquetipo y comienzo de todo- prevalece en la propuesta como prioridad conceptual, por su carga simbólica y por el valor de uso vital que la rodea.

Y a través de sonidos violentos de percusión y bronces distorsionados asoman parcialmente en pantalla la figura humana, en ocasiones como grandes ojos sorprendidos o adoloridos que hablan de ser invisibles ante los demás.

En general, abundará lo difuso tanto en los fragmentos de los cuerpos que se muestran como cuando asoman enteros en la función callejera de los chinchineros.

“Artificial” vuelve a menudo al tema del agua (“mi país se seca” o “he visto huemules en las ciudades estrellando sus cabezas en el hormigón”, se dice o dicen), para agregar que “el miedo cuando es profundo oscurece la sangre”.

“Nosotras hemos tenido que hacer cosas innombrales para seguir con vida” asegura una inmigrante al momento de pedir refugio.

Entonces el “estoy sola, viajo sola, la fortaleza se pierde cuando se piensa en el otro” aparece como fracaso total y triunfo del rascarse con sus propias uñas.

Teatro del Terror (c)

Fuerza creadora

Las imágenes y las sonoridades de la obra no dejan de alborotar al espíritu atento al tiempo que busca despertar al dormido: “Vagamos por territorios desolados sin alimentos (“sin agua”, se insiste nuevamente) y perdemos nuestras fuerzas”.

La idea extrema de ser o sentirse invisibles lleva a preguntarse si “alguien (el país) sabe que estoy aquí” y a una madre a afirmar que “tanta muerte me secó hasta los pechos”. O que “si no me dejan entrar prefiero que me maten aquí mismo”.

Siempre con el sonido del mar como fuerza creadora, reveladora y vital, la propuesta pone en primer plano el colapso de las ciudades y la caída de las democracias, mientras despliega el mundo de las bicicletas, la venta de comida en la noche y el narcisimo colectivo que impregna todo, además de la explotación del trabajo. “El planete ruge”, se afirma.

Llama la atención un inserto que se reproduce en pantalla, denominado Conversación Básica con Alce, un hecho real de internet en el que interviene una máquina con inteligencia artificial que elucubra sobre la libertad y ser libre y la conciencia en el ser humano… en medio de sonoridades y luces que sugieren una sensación de inicio y reinicio de algo.

Así, en este proceso que excede lo descriptivo y que se conecta con un punto de vista crítico, con muy pocos efectos, “Artificial” acudirá a la figura nítida, a cuerpos desnudos, acurrucados y vivos en medio del caos, aludiendo a huemules y mariposas.

Y al agua… confrontándola con la posibilidad de desterrar el terror, con “no quiero traer vida a un mundo como éste… ni ser milagro de nadie”, esperando ver si los cuerpos están listos para vivir o morir, renacer o cumplir el ciclo vital… mientras todavía suenan y resuenan sonoridades duras y distorsionadas.

ARTIFICIAL

Dramaturgia y guion: Iván Fernández
Director general: Javier Ibarra
Intérpretes: Soledad Cruz, Nicolás Pavez
Voz en Off: Antonieta Ibarra
Director audiovisual: Alex Waghorn
Composición sonora: Juan Carlos Valenzuela Diseño gráfico: Loreto Martinez
Maquilladora: Alejandra Contreras
Producción: Francesca Ceccotti

Youtube Live. Sala Digital María Elena Duvauchelle (Sidarte).
Sábado y domingo, 21.00 horas.
Entrada “Paga lo que puedas”: $ 1.000 a $ 6.000.
Del 8 al 23 de mayo. www.ticketplus.cl