Esta propuesta pone al teatro en contacto con la historia y la ficción: recurre a hechos políticos concretos, registrados en archivos oficiales, y hurga donde nadie puede llegar, al mundo interior de un hombre.

Víctor Soto, dramaturgo y actor, y el director José Luis Olivari asumen el doble desafío de este unipersonal que excede lo escénico y que expresa la admiración ideológica por Bolívar, como figura de la llamada Patria Grande americana.

A eso se agrega el deseo de conectar su pensamiento y acción revolucionaria del venezolano durante el siglo XIX, para emancipar las colonias del imperio español, con la realidad política y social de hoy en nuestro continente.

Con estas referencias, el relato instala a Simón Bolívar (1783-1830) en la soledad de los últimos momentos de su vida, cuando le ronda la muerte y escribe su testamento, mientras recuerda amores e intrigas políticas.

La obra, que cuenta con la música del argentino Jorge Reales e iluminación de Víctor Hugo Cruz, fue distinguida como “espectáculo destacado” por el jurado del VIII Festival Internacional de Teatro Clásico Adaptado, realizado en Mar Chiquita (Provincia de Buenos Aires), en 2017.

Ritualidad fantasmal

Un diván, una vela en su palmatoria, una manta y una medalla son algunos de los pocos elementos de utilería a los que Víctor Soto recurre para ambientar el encuentro de Bolívar con su destino y los espectadores.

A su vez, el director maneja el tiempo escénico para darle un carácter ritual al desarrollo de la obra, como una ceremonia que entrelaza razonamientos y vivencias, sentimientos y reacciones emotivas frente al acoso humano y político que enfrenta.

Por esa estructura que alude a un estado de fragilidad humana y material se filtran los ideales bolivarianos de libertad y su asertiva advertencia frente a los peligros del oportunismo y la descomposición, como consecuencia de las ambiciones de quienes defienden sus privilegios y traicionan a la patria que nace.

Sin embargo, en esta conversación que parece buscar una conexión directa y cotidiana con el público, nunca se deja de lado la arista solemne y aristocrática en la palabra y el gesto que también caracterizaba a Bolívar.

Víctor Soto no grafica un discurso, sino que lo traduce en escena con un énfasis que se va acentuando en la medida en que se inmiscuye en una interpretación de los hechos políticos que vivió Bolívar.

Desde allí, el relato avanza para subrayar que los objetivos frustrados de justicia y equidad del venezolano son coincidentes con las aspiraciones y las luchas de hoy en América Latina.

La presencia algo fantasmal que el director le imprime al personaje y que impregna el relato dan cuenta del impacto espiritual que el hálito de la muerte le produce al venezolano.

Por allí se mueve un hombre que está solo, cuyos sueños tal trascender, definen a Bolívar -el que nunca renunció a sus ideales- como uno de los más grandes libertadores de la América morena.

V Encuentro Festival de Teatro Latinoamericano de San Bernardo. Arturo Prat 9 (costado Metrotren); 23 al 26 de enero, 20.00 horas.