La Peste es una de las pocas compañías chilenas que utiliza recursos escénicos más explícitos a la hora de enfrentar temas duros que afectan al ser humano en un sentido profundo y colectivo.
Siempre con la dirección de Danilo Llanos, esta propuesta muestra a cinco exconscriptos del ejército que buscan que el Estado los compense por lo que vivieron en el servicio militar obligatorio, durante la dictadura de Pinochet.
Los acompañan dos mujeres que recopilan sus testimonios para un libro en reuniones que se realizan en un taller mecánico: una de ellas, torturada y exiliada, quiere que reconozcan su culpabilidad.
Poco a poco, según el relato del dramaturgo Fernando Mena, van surgiendo experiencias y traumas de quienes colaboraron con la represión y que, décadas después, también se sienten víctimas del terrorismo de Estado.
Con cerca de veinte obras, entre propias y adaptaciones, esta destacada agrupación ha mantenido fija su mirada crítica en el entorno material e inmaterial de las personas, desde que se fundó en Valparaíso, en 2001.
Sus propuestas de teatro urbano tienen como protagonistas la ciudad que habitan seres humanos, como Todo es cancha (fútbol), Mediagua (vivienda), Error (suicidio), Enemigo (corrupción).
Impacto corporal
Excepto un par de escenas junto a una ventana-pantalla y la conducta de una mujer joven que aportan un cierto aire metafórico, el énfasis naturalista es total en este montaje.
Desde el inicio se advierte en la escenografía que llega a crujir por su crudeza (Miguel Alvayay y Luis González), en una iluminación con matices severos (Luis González) y el universo sonoro corrosivo (Nagasaki).
Este taller destartalado, con rumas de neumáticos sucios, una mesa desprovista de todo, cielo de latas a la vista y piso con hoyos, acentúa la decadencia física y espiritual de hombres adoloridos y asustados.
Son cuerpos siempre próximos a ejercer o recibir violencia, pese a lo cual –como un milagro- se pasea entre ellos cierto espíritu de hermandad.
Aunque en el trasfondo de la obra se perfila un debate ideológico sobre cómo cada uno asume su rol en época de represión, lo que mejor asoma es el impacto que ha provocado en cuerpos y mentes de estos ex conscriptos la época triste y oscura de la dictadura.
Tal vez por eso cuando plantean experiencias, deseos y justificaciones, los diálogos son tan directos y brutales, llenos de garabatos y sin compasión ni adornos.
Es un lenguaje escénico descriptivo y pragmático que no deja espacio a la grandilocuencia florida, apto para enfatizar lo inmediato y necesario, lo que urge resolver, y no para analizar las grandes ideas políticas y filosóficas, que son más laberínticas.
Una clave a la que se suman sin problemas actores y actrices cuyo desempeño concuerda con una propuesta naturalista cercana, provocadora y emotiva.
Centro Cultural Gabriela Mistral (Gam). Alameda 227. Miércoles a sábado, 20.30 horas. Entrada general $ 6.000; estudiantes y tercera edad $ 3.000. Hasta el 28 de julio
