Con fecha Jueves 7 de Diciembre se publicó la noticia (LUN, 07.12.17, Página 10) “Así será la nueva explanada del cerro Santa Lucía”. Artículo que se refiere al proyecto que “pretende techar completamente el paso bajo nivel diseñado por los arquitectos Eduardo Martínez, Iván Vial y Carlos Ortúzar”.

Por Pelagia Rodríguez

No son arquitectos, sino artistas visuales los mencionados y autores del mural instalado en el paso bajo nivel. Al final de esa noticia, el urbanista Pablo Allard destaca la iniciativa pero llama a tener cuidado con la forma cómo se ejecuta: “no hay que olvidar que ese paso bajo nivel es un bello ejemplo del arte cinético en Chile, así como parte del escaso patrimonio moderno de Santiago, por lo que sería bueno integrarlo y destacarlo dentro del nuevo proyecto”.

Pablo Allard apela a una sensatez: construir una ciudad que integre lo antiguo con lo nuevo, vincular el patrimonio con las obras de una ciudad que se transforma. Es un gran reto. Pero ¿Iremos hacia adelante negando nuestra historia?, ¿Qué hacemos con las bases que permitieron lo que hoy tenemos?

Este “testigo” de la historia, arte de vanguardia en los años 70, hoy es patrimonio. Incluso más: podríamos decir que es matrimonio: está casado con la urbe y forma parte del núcleo urbano donde se hicieron actos fundacionales, se construyeron obras grandiosas como la Biblioteca Nacional y luego se trazaron vías conectoras de las que este mural del paso bajo nivel hace parte esencial.

El arte en el espacio público era una novedad en los 70 y lo sigue siendo hoy porque irrumpe como un gesto que nos sorprende en medio de una realidad muchas veces ajena, para contarnos entre otras cosas que la ciudad que nos cobija es querible y podemos hacerla amable. Este mural, exponente del arte cinético, no está bajo llave sino expuesto para el disfrute de todos, tal como pensó Vicuña Mackenna en las obras del cerro Santa Lucía.

El proyecto de la explanada que se muestra como una solución, es engañoso. Lo que se propone destruye más de lo que construye
puesto que para hacer la explanada se deberá demoler parte de la superficie techada existente hoy en el paso bajo nivel para luego cubrir con una nueva explanada de hormigón armado lo que existe en la actualidad. ¿Qué significa eso?

1- Una parte significativa de la superficie actual del mural será demolida, eliminada.
2- Otra parte será dañada para instalar las enormes vigas y tensores que darán soporte a la nueva explanada.
3- Una parte importante quedará afectada por la falta de luz natural y de visibilidad.

En definitiva la intervención que aparenta ser leve, será relevante y costosa.

El argumento que pretende justificar esta remodelación es equívoco. La conectividad del peatón con el cerro será similar a la existente, puesto que la llegada de la explanada al cerro no permitirá una mejor conexión peatonal, los metros cuadrados que se le quitarán al mural para una nueva superficie, no aportarán ni al peatón ni a la ciudad.

Estamos frente a un caso de “destruir para construir” o “lesionar para aparecer”, apuesta que no considera los componentes de un entorno urbano. La propuesta tiene la oportunidad de mostrar, visibilizar, valorar, conectar, destacar y rescatar mediante experiencias espaciales de conexión vertical y de altura, el mural que emerge desde el interior del paso bajo nivel. En otros términos: conectar el mural con el peatón y la ciudad, y no así tapar u “ocultar al otro para verme yo”, en la medida que el nuevo proyecto urbano niega al anterior.

La propuesta es poco democrática, destructora, mutiladora y se aproxima más a una intención de negación del otro que a una búsqueda de convivencia, donde se conjuga lo uno con lo otro, lo nuevo con lo anterior. Las culturas que se relacionan entre sí son más vitales, pero con propuestas como ésta nos estamos pareciendo a esos lugares en los que existen varias capas que se van enterrando unas a otras, civilizaciones enteras que se sobreponen para que en el futuro tenga que intervenir un arqueólogo y descubra que estamos parados sobre un cementerio, sobre un templo o sobre algún vestigio de gran valor; luego, si tenemos suerte, vienen las excavaciones para rescatar, sacar a la luz ese testigo oculto.

¿Por qué apostar a adelantarnos en esto? Porque nos hace bien recuperar, restaurar, visibilizar lo que fuimos, leer nuestro pasado para entender el presente y proyectar un futuro más apropiado. Somos lo que fuimos, somos lo que construyeron nuestros antepasados, porque no sirve lo que tenemos si lo hicimos sin cuidar, ni respetar, ni amar lo anterior.

Este mural representa valores que siempre es bueno refrescar: el valor del trabajo en equipo, el valor de lo que fue hecho con generosidad, los aportes y esfuerzos que se tienen que dar para una construcción, porque para construir se requiere un proceso, coincidencias, acuerdos, energías mutuas, recursos y gestiones. En este caso fueron arquitectos, ingenieros, constructores, artistas visuales, fabricantes.

Foto de Pelagia Rodríguez (c)
Foto de Pelagia Rodríguez (c)

En el sitio irrumpe el automóvil y las necesidades de la urbe se instalan con fuerza. Los ingenieros y profesionales de la época hicieron sus esfuerzos por lesionar poco, por dar visibilidad y luz al tramo, instalar arte en los muros para acompañar el tránsito evitando profundizar la herida. El puente y la pasarela son un gesto que permite ingresar luz y conectar la verticalidad con el cerro y el plano subterráneo.

Eduardo Martínez Bonati dio una entrevista hace siete años donde cuenta que una vez terminado el mural, ellos, los artistas autores de la obra, subieron al cerro para mirarlo desde allí. “Era muy bonito, durante mucho tiempo nadie se atrevió a tocarlo”, decía y agregaba: “La sociedad (chilena) no está todavía educada para cuidar lo que tiene, parece ser que aquí prima la pasión por hacer las cosas nuevas y olvidarse de las cosas hechas. Eso es típico de las culturas ínfimamente desarrolladas”.

Pelagia Rodríguez (c)
Foto de Pelagia Rodríguez (c)

Haciendo eco a lo planteado en ese entonces por Martínez Bonati, y ante esta propuesta de remodelación urbana del paso bajo nivel de Santa Lucía por parte de la Municipalidad de Santiago, parece necesario reconsiderar la obra y plantearse seriamente cómo asegurar la preservación y exposición de este mural patrimonial, un testigo testigo clave y de alto valor artístico de nuestra historia reciente.

Referencias:

http://www.lun.com/Pages/NewsDetail.aspx?dt=2017-12-07&PaginaId=10&bodyid=0
http://www.plataformaurbana.cl/archive/2014/11/05/mural-paso-bajo-nivel-de-santa-lucia-un-corazon-en-santiago-que-aun-deja-oir-sus-latidos/
Entrevista a Eduardo Martínez Bonati grabada por Lister Rossel E.