Fue pionero de la “techno”, rey de los DJ y desde hace unos años se asocia a la música clásica. Pero en la era digital, Jeff Mills lamenta la desaparición del lado artesanal y comprometido de la electrónica frente a la música “fácil”.

En el festival Chorégies de Orange, el más antiguo de arte lírico de Francia, donde el público está más acostumbrado a escuchar obras de Mozart y de Rossini que a ver mesas de mezclas, el estadounidense de 56 años tocará este jueves 11 de sus títulos junto a una orquesta regional.

Más que un DJ, Mills agitó los códigos con Underground Resistance, célebre colectivo “techno” militante, nacido en los guetos negros de Detroit bajo la era de Reagan, antes de convertirse en uno de los productores más famosos de los 1990 y en el primer DJ en los 2000 en montar conciertos con orquestas sinfónicas.

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Introspectivo, este artista se reinventa sin cese alimentándose sobre todo del cine y de la ciencia-ficción, a la vez que critica la producción actual de una música “techno” que juzga poco trabajada.

Música con “arquitectura”

“He producido casi 70 álbumes en 35 años, pero casi ninguno se escucha en estos momentos en la radio (…) que solo se interesa por el lado más pop de la música electrónica”, lamenta en una entrevista con la AFP antes del concierto.

La gente prefiere ahora la “techno” “fácil, un poco ‘bubblegum’ (chicle), a la que es más profunda, con un mensaje”, estima quien fue apodado por los aficionados “The wizard” (El mago).

“La techno tenía un alcance más político antes”, insiste el productor de títulos convertidos en clásicos como Deep In 2 The Cut (1989), Waveform Transmission (1992), Dark Matter (1993) y Bells (1997).

En la época de Underground Resistance, que fundó en 1989 junto a Mike Banks y Robert Hood, “para el gobierno, los jóvenes afroamericanos servíamos para la cárcel o bien muertos, y como colectivo ‘techno’ en Detroit hallamos la manera de salir de eso, de hacer lo que queríamos e inspirar a los demás”.

“Abordábamos las ideas de violencia, de brutalidad y racismo”, dijo, como en el título Riot (Disturbio), mientras que según él la música electrónica de hoy es producida “sobre todo por personas de clase alta”.

“Ahora, la gente que sale de fiesta no quiere pensar en el presidente estadounidense, en la gente que muere en la frontera con México ni en la guerra en Sudán”, dijo.

Si su espíritu cambió, también su producción, añade. “Antes, incluso si era una canción de cinco minutos, éramos cuidadosos con la mezcla, nos tomábamos nuestro tiempo. Cada diez segundos debían significar algo, la música tenía más arquitectura y dimensión”, dijo.

“Hoy es muy fácil hacer música y es más rápido difundirla. No creo que la gente la analice tanto como antes”, agregó.

“Híbridación”

Con sus conciertos junto a conjuntos sinfónicos, espera favorecer un nuevo género.

“Haré todo lo posible por romper esta noción de que las estéticas musicales no deben mezclarse ni dialogar. Es así como las cosas evolucionan y que nacen los nuevos estilos de música”, afirma.

“Si uno estudia la música clásica pero le gusta la electrónica, no debe tener miedo en mezclar las dos”, insiste. Para Mills, esta “hibridación” entre la música clásica y la electro era un sueño para algunos desde los 1990.

“El proceso fue lento pero está cambiando. Los jóvenes que vienen a estos conciertos ven hasta que punto es fluido. Es seguramente una fuente de inspiración para ellos”, señaló.