Este fin de semana aterriza en Chile Cerati Sinfónico, el espectáculo argentino que rinde homenaje a Gustavo Cerati a través de un recorrido por distintos pasajes de su discografía.

El show debutó en Rosario en 2015, después de más de 12 meses de trabajo. En 2016 recorrió diversas ciudades trasandinas, y en 2017 se presentó en el extranjero. Este año, tras varias reversiones del mismo, el colectivo Música Para Volar trae el concierto a Chile en una fecha doble en el Teatro Coliseo, este 5 y 6 de julio, cuya primera presentación ya está agotada.

Cerati Sinfónico está integrado por Bruno Moreno en piano y arreglos, Julieta Sciasci en bajo eléctrico, Alexis Thompson en guitarra y José Matteucci en voz y batería. A ellos, se suma un ensamble sinfónico y un coro polifónico. En total, serán más de 50 músicos en escena.

“En Chile seleccionamos músicos para armar un ensamble pensado para tocar estos arreglos. La riqueza de este espectáculo es eso: encontrarnos con colegas, y hacer el proceso”, comenta Matteucci a BioBioChile. “En Chile se dio una cosa maravillosa: nos llegaron solicitudes de músicos que querían ser parte del show y aportar”, agrega.

El programa aquí está dividido en “paisajes sonoros”: cada segmento posee una musicalidad propia, con instrumentos y canciones específicas. La idea es que cada segmento represente una arista de Cerati.

“Responde a sonoridades y diálogos: los primeros temas de Soda Stereo, después aparecen las canciones con letras más profundas de sus últimos discos, su diálogo con el folclor latinoamericano, etc”, comenta Matteucci, cuyo criterio para escoger las canciones fue siempre el mismo: tratar que representaran la diversidad del compositor.

Con un respeto notorio por las versiones originales, que corresponden tanto a Soda Stereo como a la carrera solista de Cerati, el colectivo fue redescubriendo el repertorio disponible. “Cerati tiene una capacidad sinfónica en sus composiciones, a pesar que en algunas sólo hayan guitarras y sintetizadores. Lo que intentamos hacer es que la orquesta vaya reflejando eso”, apunta.

Para Matteucci, los shows de Cerati Sinfónico resultan catárticos para los fans del músico. “Se da una cosa muy linda: todos los que estamos en ese lugar nos sentimos llamados por el mismo afecto, por esa obra. La sensación después de cada show es que compartimos eso: escuchar canciones que nos siguen dando cosas. La sensación es de un agradecimiento mutuo”, comenta.

A pesar que es un tributo, la banda ha optado por alejarse de cualquier feedback con la familia de Gustavo. “Desde el principio, nos propusimos no buscar ese tipo de encuentros. Mantener un vínculo casi exclusivo con la música, que nuestra conexión con el mundo Cerati sea con su obra. Encuentros esporádicos, sí se dan, pero no los buscamos. La idea es vincularse con la música”, sostiene el baterista, quien no se define como un “divulgador” de la obra “ceratiana”.

“Somos parte de un grupo de colegas que nos sentimos movilizados por esa música, y que disfrutamos mucho tocarla”, reconoce Matteucci sobre el show. “Hay una belleza profunda en estas canciones que nos tocaron. Poder permitirnos un par de horas para escuchar esas canciones es un regalo, un lago en el cielo como diría Cerati”, agrega.

Desde el escenario, José nunca deja de sorprenderse con la reacción del público con el espectáculo: “Hay mucha emoción, muchas personas que cuando terminan nos cuentan lo intenso que fue. Son canciones que tocan temas profundos, dolorosos. Pienso en Té Para Tres, una canción bella que surge de un dolor desgarrador (la muerte de un padre)”, comenta.

¿Es entonces esta experiencia un acercamiento a la música en vivo de Cerati? ¿Un “premio de consuelo” para quienes no lo vieron nunca en vivo?. La respuesta del vocalista es al estilo Cerati: “Sí y no. Sí, en el sentido musical, porque somos respetuosos de esa obra. Y no, porque hay algo insustituible. Nuestro grupo no es una banda tributo. No vamos a representar escénicamente a Soda o Cerati, somos músicos y acá el centro del espectáculo son las canciones”.