A las 21:30 horas, tal como estaba programado, el show de Robbie Williams en Movistar Arena (el primero en Chile en 12 años) ya estaba en marcha. Ante más de 12 mil personas, el ex Take That repasó su carrera al son de una gama de hits y diversas interacciones con el público, todas fieles a su estilo: más cercanas a la ironía que al culto del ídolo pop, dejando en claro que el suyo es un espectáculo para bailar y romantizar pero también para hacer reír.

El homenaje a George Michael

“¿Se acuerdan de George Michael?”, preguntó Williams antes que un retrato gigante e icónico se proyectara por las pantallas: con chaqueta de cuero, jeans y jopo en los días de Freedom, canción que el británico versionó en 1996. Sin duda, uno de los momentos más discotequeros y encendidos de la noche. “No soy gay, pero le haría sexo oral”, bromeó Williams. “El es el mejor”, agregó al final de la pieza, rodeado de bailarinas.

“Come Undone” y burlas a otros artistas

Antes de interpretar Come Undone, uno de sus singles más populares, el inglés hizo uno de sus discursos más hilarantes. “Todos los artistas tienen una canción que todos pueden cantar”, se quejó, para luego enumerar grandes hits de todos los tiempos. Temas de A-ha, The Human League, Bruno Mars y Amy Winehouse, entre otros, se escucharon en su voz y en el posterior coro de los presentes. El momento se extendió por varios minutos, en un karaoke multifacético en estílos. “¿Vieron? Todos la tienen. Malditos”, se lamentaba en voz alta. Hasta que deslizó la primera línea de Come Undone y la premisa se derrumbó por completo

Something Stupid y trolleo a una fan

Con Something Stupid (canción que versionó con Nicole Kidman), llegó uno de los momentos incómodos del show: cuando subió a una fan al escenario que no pudo ganarse la simpatía del Arena. Desde la elección hasta su arribo, todo bien, pero el problema vino cuando se le preguntó la nacionalidad. “Soy uruguaya”, dijo la joven, y el recinto se plagó de pifias. Robbie, en su estilo, también contribuyó al trolleo. En ese instante, se acercó a su oído y le dijo algo. “Vamos a empezar de nuevo. Voy a preguntar: ¿De dónde eres?”, le insistió. “De Chile”, respondió la chica entre risas, causando el aplauso espontáneo de la multitud. “Ok”, le dijo, mirándola de reojo.

“¡Él es mi padre!”

Ya en el bis, en el momento en que Williams volvió al escenario para sellar su despedida con las tres últimas canciones, vino una sorpresa mayor, Better Man, pero esta vez con un invitado especial: Pete Williams, su padre, que lo acompaña en su gira por Sudamérica. “¡Él es de verdad mi padre!”, dijo, rememorando un momento que desde 2015 se viene dando esporádicamente en sus shows. Durante la canción, se miraron con cariño. Fue el momento más serio y genuino de Robbie: cualquier tipo de broma estaba de más al momento del sobrio abrazo entre ambos. La despedida fue en el mismo estilo, sin alegorías.

“Angels” y la anti-despedida

Para el final de la noche, estuvo reservado el gran himno del repertorio: Angels, esta vez en su versión en inglés y con un despliegue de lásers y luces que situó al cantante al medio del escenario. La canción más coreada y grabada vía smartphones, por lejos, que luego dio pie para una versión de My Way de Frank Sinatra con Robbie compartiendo la letra para que se animasen a acompañarlo. Luego, se quedó solo, quieto y en silencio, y comenzó a repasar los estribillos que cantó esa noche. Sólo cuando llegó el turno de Angels, de nuevo, y el público volvió a corearla, el británico pronunció su último adiós en escena para no volver más.

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