La 63ª edición del Festival de la Canción de Eurovisión se disputará esta semana en Lisboa con la participación de 43 países.

Estas son las 5 cosas que hay que saber sobre una emisión, que cada año atrae a casi 200 millones de telespectadores.

Un espectáculo fuera de lo común

Presentado por los organizadores como “el mayor espectáculo de entretenimiento televisado del mundo”, Eurovisión también detenta el récord Guinness del concurso musical difundido por televisión más antiguo.

En 2016, las dos semifinales y la gran final organizadas en Estocolmo alcanzaron una audiencia total de 204 millones de telespectadores. Una cifra que bajó en la edición del año pasado en Kiev (182 millones), pues Rusia no retransmitió el programa después de que su candidata, Yulia Samiolva, hubiese sido excluida.

Se espera que este fin de semana se congreguen en Lisboa unos 40.000 fans para escuchar a los cantantes que se subirán al escenario del Altice Arena durante nueve ensayos y espectáculos retransmitidos en directo, cada vez delante de algo más de 11.000 espectadores físicos.

Cinco grandes… Y Australia

Además del país anfitrión, otros cinco países están clasificados para la final automáticamente según un criterio financiero. Formado por Alemania, Reino Unido, Francia, Italia y España, ese grupo de los “Big Five” reúne a los más importantes contribuidores de la Unión Europea de Radiotelevisión (UER), que organiza Eurovisión.

También se debió a razones comerciales el hecho de que Australia se convirtiera en 2015 en el 52º país en participar al menos una vez. El concurso tiene un éxito tal en ese país desde los años 1980 que los organizadores decidieron abrirle sus puertas. Un año después, la candidata australiana Dami Im terminaba segunda.

Público gay

La victoria de la drag queen con barba Conchita Wurst, representante de Austria en 2014, permanecerá como uno de los momentos más memorables de la historia de Eurovisión, donde suelen ondear las banderas arcoiris junto a las de los países concursantes.

Cada año, bares y discotecas para homosexuales organizan noches temáticas y proyecciones del concurso, que se ha convertido en un monumento de la cultura gay en Europa occidental.

ABBA y temas efímeros

Con la excepción notable del grupo sueco ABBA, que ganó la edición de 1974 con la canción “Waterloo”, el éxito de la mayor parte de los cantantes que se han dado a conocer en el Festival no ha sido muy duradero.

El grupo pop, con 400 millones de álbumes vendidos, acaba de volver al estudio para grabar dos nuevas canciones, 35 años después de su último trabajo.

Tras la música, la geopolítica

Concebido en plena Guerra Fría como una herramienta de unidad entre los países participantes, el festival de Eurovisión se convirtió no obstante muy rápidamente en un reflejo de las rivalidades nacionales, que el año pasado salieron de nuevo a la luz con la exclusión de la candidata rusa a causa de un diferendo entre Moscú y Kiev respecto a la península de Crimea.

En 2016, la crisis rusoucraniana ya cobró protagonismo con la victoria de la cantante ucraniana, que evocaba la deportación de los tártaros de Crimea ordenada por Stalin durante la Segunda Guerra Mundial.

La lista de incidentes diplomáticos es larga: del boicot de Austria al concurso organizado en 1969 en la España franquista al rechazo de Armenia a participar en la edición de 2012 en Azerbaiyán. Y no han sido pocas las veces en que se ha invitado a los concursantes a modificar su canción o a cambiarla para evitar tensiones políticas.