Ante más de 40 mil personas, el tenor español Plácido Domingo reafirmó su vínculo con Chile en un concierto tan transversal como multitudinario, que tuvo como invitada a la chilena Mon Laferte en un Estadio Nacionalespacioso y estival.

La cita (titulada “Chile en mi corazón”) comenzó temprano, antes de las 18:00 horas, cuando el coloso de Ñuñoa comenzó a recibir un público inclasificable y entusiasta: familias dispares, amigos de bar, adultos mayores, parejas, tríos y sextetos, compañeros de trabajo, padres con hijos y nietos y hasta turistas que vieron en este recital una oportunidad de conocer un poco de Chile.

Para quienes agendaron cupos en el sector Cancha (que esta vez tuvo sillas numeradas y áreas delimitadas), la tarea no fue sencilla. Cada espectador era asistido por personal de la producción para luego ser acompañado a su respectivo asiento, en una maniobra que podía demorar varios minutos. El atochamiento, por lo mismo, fue evidente, y sólo se disipó al inicio del concierto.

Plácido Domingo | Fiebre Media | CorpArtes
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Allí, en escena, la Orquesta Filarmónica de Bogotá dirigida por Eugene Kohn irrumpió con una pieza clásica: “El barbero de Sevilla”, para luego dar paso a un Plácido Domingo que manejó con maestría los vítores de su audiencia.

Desde Cancha, las vallas que separaban los palcos fueron una molestia constante: su altura impedía ver el escenario y las pantallas “gigantes”, al mismo tiempo que tentaban a buena parte del público a registrar fotografías y videos apoyados en sus barandas, algo que al cabo de un rato se tradujo en líos locales en ciertas esquinas.

La soprano puertorriqueña Ana María Martínez y el guitarrista español Pablo Sáinz-Villegas fueron los invitados estrella de la velada, pero también su hijo Plácido Domingo y, por supuesto, Mon Laferte, pero eso ya en la última parte del programa.

Plácido Domingo | Fiebre Media | CorpArtes
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Al inicio, pasadas las 20:15 horas, el español saludó al público con “Nemico della patria” de la ópera Andrea Chénier, para luego continuar con otras piezas de cámara acompañándose en ocasiones de la filosa voz de Martínez, la más intimidante del reparto.

A pesar del estricto guion que acompaña este tipo de espectáculos, siempre preciso, detallado y minucioso, la descrita versión “pop y de estadio” de Plácido Domingo puede dividirse en dos etapas: antes y después del guiño a los musicales. En el segmento, se escucharon piezas célebres de “La novicia rebelde”, pero también los suspiros e impulsos de un público distendido que tras la solemnidad de la puesta en escena bajó la guardia y hasta se animó a acompañar las melodías y la voz del tenor, en algunos capítulos, con ambas palmas.

Si bien la ópera y la zarzuela fueron las invitadas de gala, desde este quiebre el recital fue ímpetu y camaradería, siempre guiadas por la cadencia de Plácido.

Plácido Domingo | Fiebre Media | CorpArtes
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“Libertango” de Astor Piazzolla y “Amor, vida de mi vida” fueron dos escenas claves antes del set de boleros (otra de las cumbres de la noche), donde el hijo del tenor se hizo cargo de “Sabor a mí” de Álvaro Carrillo y luego de “Adoro” de Armando Manzanero, ahora acompañado de su padre.

Ya casi al final del programa, lo que muchos querían ver y escuchar: el saludo musical de Mon Laferte, la chilena encargada de acompañar a Plácido Domingo en los últimos pasajes. Junto a la orquesta, la cantante dio forma a una versión visceral y sinfónica de “Tormento”, uno de sus grandes hits radiales, para luego intercalar su voz con la del tenor en un medley que incluyó “Perfidia”, “Frenesí” y la “Última noche”, tres clásicos del repertorio “AM” hispanoamericano.

En cada una de sus intervenciones, la chilena hizo un esfuerzo por estremecer su garganta, por cantar desde lo que podría definirse como “dentro de sí”, pero sobre todo por no desentonar. Y en ese cometido no tuvo inconvenientes, e incluso se dio tiempo para un par de pasos de bolero con el anfitrión. Ya era un hecho: parte del aliento musical de Latinoamérica se olía en el aire, pero sólo fueron las cuerdas vocales y la rabia habitual de Laferte las que terminaron coloreando dicha postal.

Ya en el cierre, Plácido Domingo quiso despedirse con un clásico de la música chilena: “Gracias a la vida” de Violeta Parra, esta vez junto a su orquesta completa, sus invitados especiales, Mon Laferte y los más de 40 mil asistentes. Quizás por el frío, por la hora (terminó pasadas las 22:30), la espera o la falta de entusiasmo general, el último bis de la noche quedó inconcluso. Ahí, en ese final que no fue, el tenor se despedía con “Bésame mucho” y las 40 mil personas le suplicaban con aplausos, pifias y hasta gritos que no desapareciera.

Plácido Domingo | Fiebre Media | CorpArtes
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