Bajo la batuta del director residente de la Filarmónica de Santiago, Pedro-Pablo Prudencio, dos cantantes argentinas encabezan un grupo de solistas mayormente chileno, en la versión del segundo reparto de esta conocida obra de Verdi que cierra la temporada lírica del Municipal de Santiago.

Por Joel Poblete

Luego del debut del elenco internacional, la llamativa producción de Aida de Giuseppe Verdi creada por el prestigioso director de escena argentino Hugo de Ana, volvió a ser el marco para el estreno del segundo reparto, el llamado elenco estelar, que se realizó la noche de este miércoles 8.

El nuevo montaje de esta popular ópera, una de las más célebres en la historia del género, la tiene de vuelta luego de seis años de ausencia en el Teatro Municipal de Santiago, cerrando su temporada lírica 2017; aunque los movimientos de solistas y coros puedan parecer algo esquemáticos (lo que también se puede señalar sobre la coreografía de Leda Lojodice), la labor de De Ana en la escenografía, vestuario y especialmente en la sugestiva iluminación es muy sólida y conforma un espectáculo atractivo, en el que destaca el inteligente uso del escenario (con los reflejos de los espejos que generan cuadros muy logrados), la mezcla de austeridad con los elementos característicos del antiguo Egipto (con el apoyo de proyecciones visuales, aunque en la velada del miércoles se veían en un costado los números del archivo digital, un detalle que ojalá se cuide en las próximas funciones).

De todos modos, considerando lo decepcionante que fue esta temporada de ópera en el Municipal en lo que respecta a la eficacia de las propuestas escénicas, se agradece con creces el aporte del reconocido talento de De Ana.

La Filarmónica de Santiago fue guiada por su director residente, el maestro chileno Pedro-Pablo Prudencio, en una lectura vigorosa pero que no por ello descuidó las sutilezas sonoras de esta partitura que alterna lo íntimo con lo monumental, ni el balance entre la escena y la orquesta, ni tampoco dejó de apoyar a los solistas en los momentos más comprometidos o que ponían a prueba sus capacidades vocales.

El Coro del Municipal, que dirige Jorge Klastornik, nuevamente se lució en las distintas escenas de esta obra en la que el canto coral es tan variado e importante, tanto dentro como fuera del escenario; una lástima que al término de la función no aparezcan para recibir los aplausos del público, porque son muy merecidos.

Aída, fotos de  Carlos Candia y Luis Hidalgo, TMS (c)
Aída, fotos de Carlos Candia y Luis Hidalgo, TMS (c)

El reparto fue casi completamente local, salvo por los roles femeninos principales que estuvieron a cargo de dos intérpretes argentinas, una ya conocida por el público chileno y otra debutando en nuestro país. En el rol titular, la soprano Mónica Ferracani volvió a confirmar su afinidad vocal e interpretativa con Verdi que ya ha demostrado en anteriores actuaciones en el Municipal, como en “Attila” (2012), “El trovador” (2013) y “Los dos Foscari” (2015); su voz potente, de buen volumen y bien proyectada, y la sensibilidad de su canto le permitieron sortear con inteligencia las dificultades del personaje, y a pesar de detalles puntuales en algunos pasajes conformó una de sus mejores interpretaciones en ese escenario, siendo convincente también en lo actoral.

Por su parte, en su primera actuación en el Municipal, la mezzosoprano Guadalupe Barrientos fue una princesa Amneris mucho más intensa, imponente y expresiva en lo escénico que su colega del elenco internacional, exhibiendo una voz de atractivo color y un canto apasionado, aunque debe trabajar mucho más sus notas agudas y continuar explorando y desarrollando este demandante personaje.

Con su reconocido oficio cimentado a lo largo de casi tres décadas de carrera solista, abordando por tercera vez en el Municipal al líder guerrero Radamés -ya lo cantó en las versiones de 2005 y 2011-, el tenor José Azócar sacó partido una vez más a los tintes heroicos de uno de los roles que mejor le quedan a su voz de spinto, de color oscuro y seguros y potentes agudos; su aporte escénico siempre es convencional pero efectivo, y nunca deja de ser un privilegio contar con un tenor chileno que pueda destacar en este tipo de repertorio.

Quien también retomó un personaje ya interpretado en esta ópera en ese teatro fue el bajo-barítono Homero Pérez Miranda, en este caso el severo sumo sacerdote, Ramfis, que ya cantara en 2011 (en 2005 también cantó esta ópera, pero en esa ocasión como el padre de la protagonista, Amonasro), y nuevamente tuvo un buen desempeño, a pesar de las notas más graves.

Por su parte, el barítono Cristián Lorca asumió a Amonasro y a pesar de la convicción escénica con que se consagró a esta labor, en lo vocal presentó algunos problemas de afinación y emisión y las notas altas fueron algo tirantes; se confirmó una vez más que este personaje, a pesar de sólo aparecer puntualmente en dos escenas de la ópera, es mucho más exigente de lo que parece.

En otro papel de breve pero importante presencia, el Rey de Egipto, el bajo Jaime Mondaca estuvo muy bien, con una voz de buen color y volumen, proyectada sin complicaciones desde el fondo del escenario.

El tenor Claudio Cerda fue un eficaz Mensajero, cantado con resolución, y, fuera de escena, la soprano Sonia Vásquez desplegó un atractivo y enigmático canto como la sacerdotisa, el mismo rol que ya abordara en el Municipal en la “Aida” de 2011.

Aída, fotos de  Carlos Candia y Luis Hidalgo, TMS (c)
Aída, fotos de Carlos Candia y Luis Hidalgo, TMS (c)

Las próximas funciones del elenco estelar serán este viernes 10, lunes 13 y miércoles 15, mientras el elenco internacional volverá a presentarse este jueves 9, sábado 11 y martes 14.