Viena, 1938. Así parte el relato sobre Lisa Jura, una niña judía de catorce años, que, “como hacía cada domingo desde su décimo cumpleaños”, va a su clase de piano.

Son los tiempos del auge del nazismo y de las persecuciones a los judíos (y a homosexuales, pacifistas, gitanos, anarquistas y comunistas, entre otros). Ese domingo, su profesor le anuncia que le han prohibido impartir clases a judíos. Avergonzado por lo que estaba pasando y por su cobardía, le regala a Lisa una cadenita con un colgante en forma de piano.

Es la época de la famosa “Noche de los Cristales Rotos”, del cierre de locales comerciales de judíos y de la multiplican de prohibiciones para ellos. Pronto vendrán las deportaciones y los campos de concentración. De la preocupación ante los discursos de los jerarcas nazis se pasa, rápidamente, a la alarma y la angustia. Es necesario huir.

Los niños de Willesden Lane es la historia de la huida de Lisa Jura a Inglaterra, de sus vivencias allí y su gran fortaleza y valentía para surgir. Una historia cruzada por los miedos, las precariedades y la bondad y generosidad de muchas personas. Incluidas varias que profesan otras religiones.

El libro tiene grandes méritos. Rescata la pequeña gran historia de Lisa Jura, que ha inspirado e inspira a miles de jóvenes a través de Hold On To Your Music, organización sin fines de lucro que difunde su legado. Además, destaca el importante rol que pueden tener gestos de solidaridad y de generosidad, incluso algunos que pueden parecer menores.

Los niños de Willesden Lane destaca valores existentes en todos los rincones del mundo y de la humanidad. Valores que dan esperanzas y fuerza para construir un mundo mejor para todos. Lo hace sin negar los lados oscuros.

Tal vez la historia -o su traducción- merecía un relato, una escritura más vívida, más emocional. A ratos parece -como lo es- la historia de una mujer contada por su hija, con esa distancia y con esa admiración que distancian. Y tiene afirmaciones que, a mi juicio, consolidan una mirada europeocentrista (como considerar a determinados compositores -de una época específica, de Europa- como los mejores de todos los tiempos), que tapa la diversidad y riqueza que promueve en gran parte este esperanzador libro.

Los niños de Willesden Lane, Fandom Books (c)

Los niños de Willesden Lane

Mona Golabek y Lee Cohen
Traducción Jaime Valero

Fandom Books
Madrid, octubre de 2019