En “Error de continuidad” (Aurea Ediciones, 2020), Ernesto Garratt (“Allegados”, “Casa Propia”) imagina un Chile post-estallido social que lleva un año en pandemia, con un Sebastián Piñera que no puede salir del país “porque lo persigue una corte europea por violación a los Derechos Humanos”, y un circuito fílmico local que acoge rodajes hollywoodenses que se realizan al libre albedrío con superestrellas y equipos estadounidenses filmando por el país.

Ese es el telón de fondo de Daniel Villanueva: un continuista del rubro cinematográfico que sufre los efectos de la crisis económica desde la clase media y los problemas que suelen afligirla, y que un día ve cómo su vida cambia radical y fantasiosamente sin ningún motivo.

Hasta ese minuto, su matrimonio está descuadrado, sus finanzas desquebrajadas y los problemas de comunicación con su hija Antonieta de 3 años (con Trastorno del Espectro Autista) parecen llevarlo al colapso en cualquier momento. Así, de la noche a la mañana (literal), su vida gris se esfuma dando paso a otra completamente distinta, tal como si esta fuese una película que irremediablemente sufre un error de continuidad.

“La idea era tratar de hacer algo distinto. Vengo con la carga de hacer las tres novelas de Allegados, estoy haciendo los últimos toques de La Educación Superior (la tercera de la saga) que sale este año por Hueders. (Entonces) quería hacer algo que tuviese humor, humor negro, y a la vez mucha rabia. Y ese sentimiento ‘anticuico’ del personaje”, cuenta el autor a BioBioChile.

El último no es un detalle menor: Villanueva perfectamente podría encajar en el estereotipo del “resentido social”, con soliloquios que a veces se leen como la perorata de un irritado usuario de Facebook, o de un iracundo y rabioso crítico del status quo.

“Es como una comedia negra, una parodia oscura y humorística… Quería que tuviera algún contacto con Allegados porque me gusta que existan esos hilos vinculantes entre libros. Si lees el tercer Allegados, hay cosas que se comunican con Error de Continuidad”, advierte sobre su próximo lanzamiento.

Hay muchos guiños a la realidad y a la irrealidad. En el mundo que cambia para Villanueva, por ejemplo, Alejandro Guillier es presidente. ¿Cuál fue la búsqueda en esos planos posibles de un mismo país?

“El chiste se cuenta un poco solo: al final uno se convierte en lo que más odia. Piñera reclamó tanto que íbamos a ser Chilezuela que nos transformó en Chilezuela, entonces la idea era contar algo contrario… El chiste era contar que todo va a estar mejor, porque en el fondo creo que eso es lo que sucede. No creo que con Guillier hubiéramos visto violación a los Derechos Humanos, para empezar, bajo ningún punto. Entonces hay un tipo de contexto que te permite jugar con el ‘qué hubiese pasado si’; esa es un poco la idea de Error de Continuidad”.

En la novela hay mucho del día a día de un rodaje, de la industria cinematográfica en general. Como crítico de cine con décadas de carrera, ¿hubo intención de mostrar a los lectores cómo es en realidad ese mundo tras bambalinas?

“Es todo una exageración, una tonalidad como la que se hacía en la series, en los libros… En la esencia, lo que he aprendido en el mundo del cine es que hay harto ego y harto clasismo, de quienes ocupan el poder. Es un poco un reflejo de la pirámide social de Chile. es muy difícil no hacer esa comparación con lo que ocurre. Los personajes del mundo del cine en general son muy chistosos, son muy divertidos, humanos, y tienen necesidades muy concretas, muy tangibles.

También se reflexiona sobe el estereotipo del ‘resentido social’, y de lo positivo que puede ser eso también. ¿Cuál es tu conclusión sobre el concepto y cuánto de ello impulsó la novela?

“El personaje siente mucho odio, mucha rabia por un modelo súper injusto que está dominado por los cuicos. Hay una coincidencia interesante con lo que pasa con la violencia de jóvenes de clase alta en Cachagua, por ejemplo, y sus ‘fiestas privadas’ como ha definido la autoridad, y no como reuniones ilícitas. Entonces es muy interesante esa sincronía con el tono del personaje. Cada vez que me reúno por Zoom o WhatsApp, siempre uno habla y comparte el mismo tipo de resentimiento a esta negligente clase dirigente, cuica, que nos gobierna, y que tiene al país hundido.

La línea argumental de la niña con TEA se adapta muy bien a la trama: un tema duro que corre en paralelo al tono paródico. ¿Qué buscabas con esa historia?

“Es como cuando uno quiere hacer una talla, y está en el modo talla y las hace de las cosas más terribles. Tallas que incluso pudieran ser incorrectas: quería jugar con eso. Hay una ‘generación de cristal’ que cualquier broma que se salga de lo políticamente correcto les achaca. Y poner lo de los niños TEA, o lo del conejo, y darles el giro como en una broma negra, fue algo que me salió porque escribiendo necesitaba un poco de humor y respiro del extremismo de lo políticamente correcto. Una agrupación como Monty Python hoy no podría existir, porque es como: ‘no puede ser, porque es malo’. Y no, es súper chistoso Monty Python, se ríe de Jesús, de la Biblia, de la Historia. Somos una sociedad occidental que se puede reír de eso. No somos una dictadura, se supone… Podemos hacer humor y se puede hacer eso”.

Hay mucho vocabulario y nomenclatura sobre el tema, donde vas enseñando qué significa cada concepto relacionado al TEA…

“Yo quería ilustrar todo lo que sé de autismo y que ser neuroatípico no es una enfermedad, sino una condición. Quería ilustrarlo para que la persona que se meta a leer esto no caiga en los juicios ni la ignorancia. En estos días donde se tienen que aprender tantos neologismos, sentí que era súper pertinente abordar neologismos que tienen que ver con infancia y ese tema me interesa, porque cuando estás en un restaurante con tu hija TEA y ella hace un montón de cosas, ruidos, rutinas para liberarse, porque su cerebro funciona así, y alguien viene a hacer callar a tu hija de forma grosera, creo que ahí es donde es bueno pensar y poner en la tabla de discusión si es que te falta educación. Porque todos vivimos en nuestro metrito cuadrado de felicidad neoliberal y no nos preocupamos de saber de los otros”.

Por ahora, Garratt se encuentra trabajando en su candidatura a la Convención Constituyente, donde va como postulante por el Distrito 18. Al mismo tiempo, prepara nuevos lanzamientos: la tercera secuela de “Allegados” por Hueders y otros proyectos con Aurea Ediciones.

“Estamos viendo novela negra, explorando varios géneros. Es muy estimulante trabajar en una editorial así que tenga tanta libertad. Ellos son muy buenos conversando, haciendo brainstorming, y en ese sentido hay hartas cosas que nos gustaría seguir haciendo”, adelanta.

"Error de continuidad"
“Error de continuidad”