Con una intervención de 31 Minutos en la ceremonia inaugural y un homenaje al poeta Raúl Zurita, Chile comenzó su participación como país invitado a la versión 2016 de la Feria Internacional del Libro de Oaxaca, la que se llevará a cabo hasta el domingo 20 de noviembre.

El pasado sábado fue instalada la 36 Feria Internacional del Libro de Oaxaca (FILO) con un acto inaugural en el Teatro Macedonio Alcalá. El evento, que se llevará acabo hasta el 20 de noviembre, tiene a Chile como país invitado especial e incluirá 300 actividades en torno a los libros y la lectura, con La Memoria como asunto rector.

La ceremonia fue presidida por Guillermo Quijas-Corzo, director de la FILO; Vania Reséndiz, presidenta de Fondo Ventura; María Isabel Grañén Porrúa, presidenta de la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca; Eduardo Carlos Bautista Martínez, rector de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca; y el embajador de Chile en México, Ricardo Núñez Muñoz.

Al tomar la palabra, Quijas-Corzo aludió a la represión sufrida por Chile bajo la dictadura militar; y dijo que “la Feria del Libro no es solamente ocasión de una serie de eventos artísticos y literarios que animen la vida cultural de la ciudad, sino el derecho a reivindicar la memoria, el pensamiento crítico, la educación, y a pensar diferente sin sentirse amenazado por ello”.

La intervención de Quijas-Corzo se vio cordialmente interrumpida por Tulio Triviño y Juan Carlos Bodoque, personajes del programa televisivo 31 minutos, cuyo espectáculo es una de las actividades destacadas de la 36 FILO. Los comentarios de los personajes, que aparecieron en el balcón del teatro, fueron recibidos con risas y aplausos del público.

Finalmente, el embajador de Chile en México, Ricardo Núñez Muñoz, fue llamado al estrado para dejar inaugurada la FILO. “Sin libros”, dijo el embajador Núñez Muñoz, “no hay memoria. Sin libros no hay recuerdos. Sin libros no hay sueños y sin libros no hay libertad. Por eso, estar aquí con tantos autores, poetas, editorialistas chilenos, en este bello rincón de México es particularmente honroso. Actos de esta naturaleza nos llenan de orgullo, satisfacción y esperanza, que es lo más importante que tienen los pueblos: los pueblos sin esperanza es difícil que conquisten un futuro mejor”.

Acto seguido tuvo se rindió homenaje al poeta Raúl Zurita, ganador del Premio Iberoamericano de Poesía “Pablo Neruda” 2016, otorgado por el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes (CNCA) de Chile. Es una emoción, -dijo Zurita con voz que evidenciaba la autenticidad de sus palabras- un honor que agradezco profundamente, y que entiendo como un saludo a la poesía de Chile. Quiero agradecerle a México, a Oaxaca, ciudad maravillosa patrimonio de la humanidad que conocí por una canción que canta el poeta Hernán Bravo Varela, una canción muy triste llamada Naela.

Zurita aludió a los años de la dictadura en su país. “Frente a la agresión verbal, psicológica del fascismo, del imperialismo, quiero decirles que Chile nunca olvidará ni tenemos palabras de gratitud suficientes para recordar la solidaridad, el compañerismo con el que el pueblo mexicano recibió a tantos y tantos de nuestros compatriotas en un momento tan difícil de nuestra historia”.

–Chile –afirmó Raúl Zurita entre ovaciones- comienza en México. Y México comienza en Chile. Somos un solo pueblo. Y, si bien hay un dicho que reza: ‘pobrecito México, tan cerca de Estados Unidos y tan lejos de Dios’, quiero que sepan que tienen un Dios cercano, un Dios de la amistad de los otros pueblos, de la solidaridad de los otros pueblos, y que estamos profundamente a su lado en este momento”.

“La poesía es la esperanza de los que no tienen esperanza. La poesía es la posibilidad de los que no tienen absolutamente ninguna posibilidad. La poesía es el amor de los que carecen de amor. Toda esa esperanza, todo ese amor, toda esa posibilidad para nuestro destino común, para nuestra patria latinoamericana”.

Dichas estas palabras y sin pausa, Zurita empezó a recitar poemas de sus libros Purgatorio (1979), Anteparaíso (1982), El paraíso está vacío (1984), Canto a su amor desaparecido (1985), El amor de Chile (1987). Lo hizo con tono vibrante. A veces leyendo, a veces de memoria. Fue un recital extraordinario, que electrizó a la audiencia. Fue un gesto de generosa entrega de Raúl Zurita, quien respondió de manera espléndida a la invitación especial que Oaxaca, México, tributó a Chile.

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