Este domingo 24 de enero de 2021, es el Día Internacional de la Educación, la fecha coincide con la conmemoración de los 82 años del terremoto más mortífero en la historia del país, el terremoto de Chillán en 1939.

Por Camila Wirsching

¿Somos un país educado en materia de gestión de desastres? ¿Cuáles son los avances en materia de Estado? A pesar de los avances tecnológicos ¿debemos confiar en ellos y/o en nuestra educación ante desastres?

El pasado sábado, millones de celulares recibieron un mensaje erróneo y ambiguo desde la ONEMI a lo largo de todo el país tras un terremoto de 7,1 en la Antártica.

Estos errores tecnológicos expresan la fragilidad del modelo que hemos desarrollado para protegernos ante los desastres. Pero esta constatación revela una problemática aún más profunda.

La actual Constitución de 1980, por ejemplo, ni siquiera incluye la gestión de desastre como un derecho humano que sin duda se debe incorporar, dada nuestra condición de ser uno de los países más sísmicos del mundo.

La alerta fallida de emergencia en los celulares, activó sin duda las memorias de eventos y terremotos como los de 1939, 1960, 1985, 2010 o 2015 -entre otros- y son justamente estos errores que afloran, porque los desastres no son naturales, son socio naturales y nosotros construimos el riesgo. Por ello precisamos saber cómo reaccionar y estar preparados como familia y como sociedad puesto que ya hemos aprendido que la tecnología siempre va ser vulnerable.

El rol de la educación ciudadana es fundamental. Los japoneses, una sociedad con la que muchas veces nos comparamos, poseen potentes sistemas tecnológicos que también han fallado: para el terremoto y tsunami de marzo de 2011, el sistema de alerta automático subestimó la magnitud del terremoto y pronosticó rápidamente un tsunami de alrededor de 3 mts de altura, este dato generó una alerta que no causó mucha preocupación en la comunidad dadas las barreras de protección que tenían las localidades.

Sin embargo, el tsunami resultó mucho más grande que lo pronosticado y alcanzó a muchas personas que habían evacuado a un lugar seguro para un tsunami de 3 mts, insuficiente para olas que alcanzaron finalmente entre 20 y 30 metros en algunos lugares. Finalmente, el 90% de los 20.000 fallecidos murieron alcanzados por el agua. El primer dato de magnitud del terremoto fue 7.9 y finalmente fue 9.1

Los japoneses confiaron plenamente en la tecnología. Este error generó miles de fallecidos, porque a pesar que existen historias, cuentos, fábulas y acciones educativas a lo largo de la historia de Japón, la sociedad se aferró a la tecnología, olvidando esa memoria y saber ancestral. Luego de la tragedia de 2011 lo primero que hicieron los japoneses fue pedir perdón a las víctimas para posteriormente reinstaurar como medida preventiva la educación comunitaria desde el saber ancestral.

La educación ante desastres debe ser temprana, local y constante, así sabremos enfrentar de manera segura y coordinada estas situaciones de alerta. Ante lo desconocido surge la incertidumbre, pánico, y el caos, por eso es muy importante la educación previa para reaccionar adecuadamente.. Además de lo anterior, tener infraestructura idónea, señaléticas de escape, no usar automóviles si no tienes problemas de movilidad o tener espacios urbanos con capacidad de latencia para recibir a vecinas y vecinos en la etapa de emergencia dentro de la habitabilidad transitoria son otros aprendizajes de desastres pasados que es importante no olvidar. ¿Sabías que en Puerto Saavedra tras el terremoto de 1960 a los minutos subieron a los cerros para protegerse del tsunami? El saber ancestral y memoria mapuche salvó muchas vidas.

El año 2020 fue sin duda un año de desastres. Como Fundación Proyecta Memoria desde el año 2019 junto a diversas diputadas y diputados, presentamos un proyecto de ley para fomentar la enseñanza en escuelas y juntas de vecinos sobre cómo estar preparados ante desastres socio-naturales como terremotos, tsunamis, pandemias, la emergencia climática u otros eventos catastróficos, la propuesta: el Día Nacional de la Memoria y Educación ante Desastres, iniciativa aprobada por unanimidad en la Cámara de Diputados el 2019, para conmemorarse cada 22 de mayo, en recuerdo del terremoto más grande registrado por la humanidad (Valdivia 1960). Su aprobación final y promulgación ahora espera la revisión del Senado en su última instancia para convertirse en ley de la República.

En honor a los miles de víctimas y sobrevivientes de las diversas pandemias, terremotos y actual emergencia climática, hacemos un llamado a aumentar las instancias de educación y memoria en nuestra sociedad y, en aporte a ello, declarar el Día Nacional de la Memoria y Educación ante Desastres, para que justamente cuando ocurran este tipo de errores sepamos cómo reaccionar. Es imperativo entender que es parte de nuestra identidad, que somos un territorio vivo, y que la educación y la memoria salvan vidas.

Camila Wirsching
Directora Fundación Proyecta Memoria