El filme protagonizado por Juliette Binoche equivale a un múltiple ejercicio audiovisual y dramático en torno a las ansias de pasión erótica y sentimental, que invaden a una mujer en la medianía de su vida, e inserta en la escena de un París que ronda la melancolía y lucidez del otoño. A la participación de la mencionada actriz, se añaden las apariciones de Xavier Beauvois, de Nicolas Duvauchelle y de Gérard Depardieu más la calidad y la profundidad literaria del libreto pensado por la novelista Christine Angot.

Por Enrique Morales Lastra

“Yo leía y releía, y desfallecía, contigo estaba. Cada una de esas pequeñas hojas era como un pétalo volado de tu alma. En cada palabra de esas cartas de fuego se siente el amor poderoso, sincero…”

Edmond Rostand, en “Cyrano de Bergerac”.

Isabelle (el personaje interpretado por Juliette Binoche) es una artista visual divorciada, que respira empinándose por los 40 años, con una hija que jamás aparece enfocada, víctima de una prematura “saudade”, y de una conciencia poética acerca de la esencial soledad de los seres humanos. Como una heroína de Francois Truffaut o de Isabel Coixet, y según ella misma lo confiesa, su búsqueda del amor la conducirá sin freno, camino a estrellarse frente a un muro.

He ahí el principal logro de la cámara de la realizadora francesa Claire Denis (1946): exponer en secuencias cinematográficas la sensibilidad y la interioridad femenina de una mujer que se siente sola, o como titulara el japonés Yukio Mishima a una de sus hermosas novelas, que se acusa víctima de una inconmensurable “sed de amor”. Isabelle persigue esa instancia –la erótica pasional-, y por uno u otro motivo le es imposible sintonizar con los hombres que conoce o con los cuales se involucra íntimamente, en el propósito de construir un vínculo o una relación sentimental de mayor aliento y perspectivas de futuro. Quizás hasta de trascendencia.

"Un bello sol interior".
“Un bello sol interior”.

En ese esfuerzo de creación audiovisual, la ayuda que proporcionan el nivel de la actuación de Juliette Binoche, y el guión de la escritora Christine Angot, resultan fundamentales en el propósito de desentrañar la gramática interna y las decepciones que sacuden a ese personaje -cooperando ambos elementos-, con elocuencia artística a fin de gestar una realidad emotiva y existencial, que durante varias escenas logra internalizar y exhibir el sinsentido y la precariedad de una ser humana a la cual le es difícil vivir, entenderse a sí misma y por ende comprender vitalmente a los demás. O al revés.

La atmósfera urbana que conforman la estética y los planos de este largometraje, asumen el proceso afectivo que desarrolla la protagonista: salas y habitaciones en penumbras, encuadres preferentemente nocturnos cuando se trata de filmar exteriores, terrazas iluminadas por la palidez de la noche y la Torre Eiffel recortada al fondo, días de otoño, que podrían ser también jornadas de invierno, toilettes de restaurantes ubicados en el subsuelo, una sola escena en un campo abierto atravesado por un frío diurno y desnudo: es la geografía espacial por donde se mueve el rol de esa exploradora que rastrea lo inasible.

Así, las sombras de una ciudad burguesa –siempre dispuesta a acoger a los amantes en variedad de circunstancias (y de poses)-, estimulan una idea audiovisual exclusiva con el objeto de reflejar en este título, antes que a cualquier otro motivo fílmico y legítimo que posea “Un bello sol interior” (“Un beau soleil intérieur”, 2017), en una retórica particular del cine y de la literatura francesas con respecto al tema principal ofrecido por el argumento. La del amor erótico como centro, motor y consuelo de la existencia.

Y brilla Juliette Binoche: sus gestos, la postura de su cuerpo en las complejas escenas propias de la privacidad sexual y adulta, los rasgos de su rostro que retrata la fotografía de la cámara, en el testimonio de la ilusión, de la tristeza, de la decepción, de la felicidad efímera, del dolor eterno de un segundo cronológico, la mirada del romanticismo femenino, vislumbrada por los ojos de la notable actriz francesa.

"Un bello sol interior".
“Un bello sol interior”.

El pensamiento mágico y la región cartesiana de lo místico aparecen en la imagen y participación en el elenco de Gérard Depardieu, y su indagatoria adivinatoria en torno al futuro ignoto de Isabelle, en una secuencia de precisos primeros planos, sostenidos por el anhelo y el deseo perennes de la mujer, y su creencia desmedida, e ingenuamente enternecedora del amor anunciados por el tarot y las ciencias tradicionales.

La comparación puede ser un poco exagerada, pero en esa característica el papel encarnado por Binoche, en esta ocasión, se compara al abordado por la intérprete alemana Nina Hoss, en la majestuosa “Phoenix” (2014), del igualmente director germano Christian Petzold: en la intención insobornable, elusiva, testarudamente romántica, de acomodar la realidad excesiva, para con nuestros intereses y afectos más incomprensibles.

"Un bello sol interior".
Juliette Binoche | “Un bello sol interior”.