Una melancólica película es este título del director Peter Landesman basada en la trama oculta y revelada hace tan sólo unos poco años, acerca de la verdadera identidad de “Garganta Profunda”, el célebre soplón que guiara la investigación de los periodistas Bob Woodward y Carl Bernstein en el Caso Watergate, y que gracias al impacto provocado por sus artículos de prensa (y a otros eventos relacionados) concluiría con la renuncia forzada del Presidente estadounidense Richard Nixon a su alto cargo, en agosto de 1974.

Por Enrique Morales Lastra

“¿Qué pensará mi pared de mi sombra? / A veces me pregunto esto hasta tener conciencia / de preguntarme cosas… / Y entonces me desagrado y me incomodo / como si tuviera conciencia con un pie dormido…”.

Fernando Pessoa, en Poemas de Alberto Caeiro

Recién en 2005 se supo, o mejor dicho se confirmó por declaración pública de él mismo, que William Mark Felt (1913 – 2008) el antiguo director asociado del FBI (la Oficina Federal de Investigación de los Estados Unidos), durante la larga gestión ejecutiva de J. Edgar Hoover al mando de ese organismo dependiente del Departamento de Justicia, era el hombre y nombre real de “Garganta Profunda”, el apodo con que se designó al individuo que desde las sombras guío a los periodistas del “The Washington Post”, Carl Bernstein y Bob Woodward para que con sus artículos y denuncias, el Congreso norteamericano tomara la posta e iniciara una investigación oficial acerca del Caso Watergate (el descubrimiento de un intento de espionaje contra la sede del Comité Nacional del Partido Demócrata de junio de 1972, ubicado en ese centro de convenciones), y que terminaría develando la participación del Presidente Nixon y de miembros de su gobierno en el asunto, provocando la renuncia de este último, casi dos años después.

Así, “El informante” (“Mark Felt: The Man Who Brought Down the White House”, 2017), se inserta en una tradición del cine de género político, poco practicada en Chile, por ejemplo, pero de amplia producción y profusión en Norteamérica y en Europa, sin ir más lejos (acordémonos del italiano Nanni Moretti). Contextualizada en los acontecimientos que derivaron en el escándalo de Watergate (junio de 1972), y mientras los Estados Unidos se debatía en las luchas propias de la Guerra Fría, Nixon, el candidato de los Republicanos, obtenía un arrollador triunfo en su reelección, ocurrida en noviembre de ese año (con casi 50 millones de votos populares, ni más ni menos).

"El Informante".
“El Informante”.

El filme, entonces, indaga en lo que le ocurre a ese hombre, a ese soplón ilustre (Mark Felt, interpretado por el actor Liam Neeson), a su familia, y a su entorno más cercano, a raíz del comienzo de dicho evento político y judicial (la detención de los espías en la sede Demócrata, en la previa a las elecciones presidenciales).

Para retratar y ambientar ese discurrir humano, emocional e histórico, el director norteamericano Peter Landesman (1952), se explaya bajo los códigos de un largometraje de época, con el propósito de inmiscuirse audiovisualmente en las fragilidades del funcionario y de su familia, como primer plano de esos eventos que marcaron la trayectoria sociopolítica del país del norte, según lo afirmado, durante la segunda mitad del Siglo XX.

La esposa de Felt (Audrey Robinson, quien es encarnada por la actriz Diane Lane) sufría de depresiones y de cuadros anímicos que poco a poco la desconectaban de la realidad, lamentándose frecuentemente por la huida de su hija Joan a una desconocida comunidad de Hippies, en respuesta al secretismo y a las altas expectativas que sus padres tenían de ella y de su posible y brillante futuro profesional. Hermosa, vulnerable y “loca”, eternamente triste, se presenta a esta mujer cerca de la cincuentena, y quizás también de la menopausia.

"El Informante".
“El Informante”.

El orden del FBI, y las divisiones profundas y cotidianas de una familia de altos y exitosos funcionarios públicos estadounidenses, se expresan a través de una cámara que privilegia los encuadres medios y “franceses”, un montaje narrativo clásico, y escenas de características casi teatrales, donde preponderan la excelente gestualidad dramática de Liam Neeson y la psiquis trastocada del rol abordado por Diane Lane.

La descrita contraposición entre la grandilocuencia de un acontecimiento histórico, y la intimidad de una tragedia y coyuntura familiar, es uno de los aciertos artísticos que hacen de “El informante”, de Peter Landesman una cinta de suspenso y de misterio poco convencional, y la cual explora los vericuetos del inmenso relato coral de la política estadounidense reciente, mediante la mirada y la perspectiva de ese núcleo de personajes que si bien asistió a la Universidad, se tituló e ingresó triunfante a la élite cultural y profesional del país, guardan profundos rencores y resentimientos en la vivencia de sus comportamientos privados y éticos más genuinos y sinceros.

"El Informante".
“El Informante”.

Peter Landesman (él mismo las hace de guionista, basándose en las memorias verídicas del protagonista, escritas con la colaboración de John D. O’Connor) y su equipo creativo, en efecto, plantean la posibilidad de que el impulso motivador original del escándalo Watergate se debió en gran medida al pesar y al despecho que se apoderó de Mark Felt, por no asumir él la dirección del FBI, luego de la muerte de J. Edgar Hoover, viéndose desplazado debido a la brusca llegada “política” del afuerino L. Patrick Gray, cuando al personaje interpretado por Neeson, le correspondía naturalmente ser el sucesor de su antiguo jefe (el sempiterno Edgar). Y bueno, Felt también era un oculto simpatizante de los demócratas.

“El informante” se ofrece, de ese modo, como un largometraje de evidente valía cinematográfica, en esa reiterativa y saludable práctica que tienen los realizadores estadounidenses, de cotejar y de criticar sin piedad la historia de su victorioso país, pasándolo por el cedazo de una cámara y de un registro audiovisual. Se trata de un título bastante recomendable.