El principal problema y peligro con Netflix es que no entrega información básica de sus públicos esenciales para guiar la producción cinematográfica. Es decir, atenta contra la libre competencia. El Mercado nos va ofreciendo periódicamente nuevas formas, más fáciles y atractivas para acceder a productos y servicios. Formulas seductoras que, algunas veces, ocultan o no nos dejan ver los efectos que pueden provocar.

Netflix pone a disposición de quienes tengan internet una extensa parrilla de películas (documentales y de ficción), series, etc., a un valor accesible. Hasta ahí, podríamos tener pocos reparos (salvo lo difícil que resulta encontrar buenas películas en un mar de cintas mediocres, que promueven y destacan –incluso como “esto te puede interesar”- poco atractivas, o que nos hacen creer que tienen una gran oferta pero que, vista con perspectiva, es bastante limitada en cantidad y diversidad). Incluso se puede pasar por alto que muchas de las obras que tienen en parrilla realmente se ven muy mal en ese formato ya que fueron hechas para pantallas grandes, muy grandes.

Los problemas centrales de Netflix son de competencia y de competencia desleal. Ellos eligen lo que quieren mostrar. Es un problema nuestro creer –o no- que ellos tienen una buena y variada selección de lo que se produce. Incluso podemos dejar pasar que, al menos por algunas cintas, paguen una miseria (Ojo aquí con los monopolios).

"Orange is the New Black"
“Orange is the New Black”, serie producida por Netflix

A mí juicio, el principal problema –y peligro- con Netflix es que no entrega –al menos en Chile-
información sobre cuántas personas ven las películas, en qué países y regiones, en qué horarios, etc. Es decir, no entrega información básica para guiar la producción cinematográfica.

Netflix deja trabajando “a ciegas” a quienes producen las cintas si no les entrega esa información. Lo anterior es particularmente grave si consideramos que Netflix distribuye pero también produce. Produce series y también largometrajes. Series y largometrajes de los que tiene toda la información respecto a la cantidad de público y otros detalles fundamentales, que les permite saber qué hacer a futuro que tendrá público. Incluso saber qué de la “competencia” ha funcionado…

Sin información transparente, no sólo será muy difícil competir con las producciones de Netflix sino que será muy difícil hacer sostenible el cine local, el que no sea de Hollywood, considerando que este tipo de soportes posiblemente serán muy importantes a corto plazo.

¿Qué hacer?

Un porcentaje altísimo de las producciones nacionales –como de Argentina, Brasil, Colombia, México, etc., como de Europa- se realizan con aportes estatales o públicos muy importantes. El CNCA (Consejo Nacional de la Cultura y las Artes), la Corfo o el Banco del Estado están presentes en muchas cintas locales, por poner un ejemplo. ¿Por qué, si se hacen con fondos públicos, no pueden exigir saber con precisión qué pasó con las cintas que ayudaron a financiar?, y ¿por qué no podrían ponerse de acuerdo varios países para exigir lo mismo?

El mercado no es transparente por “naturaleza”, es transparente cuando hay poder e instrumentos para hacer exigible esa “transparencia”. La propuesta es analizar formas y herramientas para tener toda la información posible (necesaria y útil) para que el cine chileno (y latinoamericano) se pueda desarrollar de mejor manera. Y eso pasa, entre otras cosas, conociendo mejor el público que lo está viendo.