La nueva cinta de Estudios Laika (“Coraline”, “ParaNorman”, “Los Boxtrolls”), la historia de un niño japonés huérfano que debe luchar contra la soledad y parte de su propia familia, es una nueva propuesta de este estudio que cree en un mundo complejo en el que los niños son sensibles, receptivos e inteligentes.
La historia
Kubo es un niño de 11 años, al que su abuelo materno le arrancó un ojo y mató a su padre, Hanzo. Su madre, ciega, logró escapar con él cuando era un bebé, salvándolo. Ella vive en el temor de ser encontrados por su familia, mientras es cuidada por Kubo, que todos los días se traslada al poblado vecino a contar una historia con la ayuda de origamis animados y su shamisen (una especie de guitarra japonesa). La historia que relata se la cuenta todas las noches su madre, sin saber Kubo que es su propia historia…
Entonces, en un festival de Obon (en la que los miembros de las familias se comunican con sus seres queridos que ya han fallecido), a Kubo se le hace muy tarde. Su madre le ha insistido siempre que debe evitar a toda costa la oscuridad, la noche fuera del hogar. Entonces aparece la “otra” familia…
Complejidad y riqueza
Kubo y la búsqueda del samurái permite muchas lecturas, muy diversas, y en distintos niveles. Desde un cuestionamiento al concepto de familia, los roles paternos y maternos, masculinos y femeninos, plantea un acercamiento al mundo interno de Kubo, a las ideas de memoria e identidad y los roles que pueden jugar, así como a los de soledad y comunidad, y tantos más.
Esta historia de acción, de magia y samuráis, también puede ser interpretada como el mundo interior y la fantasía de un niño huérfano que busca apoyos y certezas para su fortaleza emocional.
Con ambientes menos sombríos y oscuros que en sus filmes anteriores, Laika está muy lejos de las estéticas de los grandes estudios (Disney y Pixar), con estéticas muy coloridas y donde lo bueno es necesariamente “bonito” (O donde lo “oscuro” es liviano y divertido). En este sentido, sigue trabajando con ambientes más bien apagados, más cercanos a la “realidad” (en este caso, con un claro intento de transportar a un tiempo remoto donde se desarrolla la historia).
Kubo y la búsqueda del samurái es compleja, dejará preguntas y dudas para grandes y para chicos, abriendo posibilidades de diálogos y conversaciones, después de verla, que pueden llegar a ser muy profundos. Una película que puede quedar dando vueltas en uno –en términos positivos- por mucho tiempo.
Un film extraordinario, para todo público (desde los 7 años), muy entretenida y que permite desde lecturas muy sencillas a otras muy complejas y profundas. Realmente es un placer verla.
Un reconocimiento a Chilemonos que hizo su estreno en Chile con 300 niños de colegios de la Capital, algunos de los cuales, tímidamente, admitieron que era primera vez que iban al cine. Una gran experiencia que estos niños agradecieron con aplausos y con rostros vivos y alegres.
