Álex de la Iglesia es el invitado estelar de Sanfic21, el festival internacional de cine de Santiago que este año celebra su vigesimoprimera edición.
“Mi relación con Chile no puede ser mejor: es como si llegase a un lugar en el que de pronto todo el mundo me conociera. Y yo, lamentablemente, no conozco a nadie, a muy poca gente”, dice de entrada el director de ‘El día de la bestia’ y ‘Balada triste de trompeta’ en diálogo con BioBioChile, en uno de los salones del Hotel Magnolia.
Allí, a su anchas, el español que reimpulsó el cine de terror iberoamericano hace tres décadas reflexionó no sólo acerca de su estatus de celebridad del género, sino también sobre cómo series y películas hispanoparlantes se delinean como una alternativa factible a los clichés de la industria hollywoodense.
“Aquí, en Chile, la relación de cariño y de amistad y sobre todo de reconocimiento es tan grande, que estoy abrumado. La gente me para por la calle y me dice: ‘Oye, gracias por tu cine’. Algunos me han dicho: ‘Yo me he dedicado al cine por ti’. Otra señora me dijo que gracias a ‘El día de la bestia’ cambió su relación con su hija, y que todos los años la ven. Se convirtió en una especie de reencuentro madre- hija. Entonces, no puedes pedir más en la vida. O sea, de pronto, lo que hago sirve para algo”, reflexiona.
Para De la Iglesia, hablar de Santiago de Chile es hablar de una “ciudad interesantísima”, donde los cruces arquitectónicos sirven de correlato de su riqueza cultural. “Tiene un punto de arquitectura déco interesantísimo, y una especie de neogótico americano y en el centro resabios de la tradición colonial española. ¡Obvio que me gustaría filmar aquí!”, reacciona.
(P): Sanfic se ha convertido en un faro para el cine iberoamericano de las últimas décadas. ¿Cuál crees que es el estado de salud actual de esta industria?
(R): Goza de buena salud, pero hay que ayudarlo más. No me considero un experto, pero sí te diré que la sensación que tengo es que funciona que nos unamos. Funciona que, y está ocurriendo en las plataformas de streaming, el acceso a los materiales sea infinitamente más fácil, porque ya no depende de grandes distribuidores internacionales. Entonces, yo puedo ver cine chileno tranquilamente en Filmin, o puedo ver ‘El eternauta’ en Netflix, y todo eso hace que nos conozcamos mejor y que perdamos el miedo a emprender proyectos más ambiciosos.
(P): A veces, la escasa variedad de plataformas como Netflix hace que series y películas iberoamericanas constituyan casi una “ventana alternativa” para sus usuarios. ¿Cree que este tipo de contenidos puede destacar en servicios como Netflix?
(R): Mi sensación es que brillan. Por ejemplo, la revolución de El Eternauta como un proyecto argentino y latinoamericano con una calidad extraordinaria, que ha funcionado en el mundo entero. Eso nos ha abierto muchísimas puertas, porque es una serie que no es fácil de producir. Es una idea muy concreta, muy local, en un entorno que parecía muy cerrado y de pronto se convierte en algo tremendamente abierto. Esa es la clave. La clave es reconocer que lo local, lo que es tuyo, lo que le pertenece a tu pueblo, eso es lo que va a entender mejor todo el mundo, porque todo el mundo es igual. Todo el mundo cree que lo suyo forma parte de su vida y no puede ser compartido, pero no: cuanto más tuyo es, más fácil es de compartir.
(P): ¿Qué opinión te merece el fenómeno Pedro Pascal? Ya has dicho en Sanfic21 que te encantaría trabajar con él.
(R): Hombre, me preguntaron qué te parece Pedro Pascal y dije: Es un grandísimo actor al que admiro y respeto mucho, ¿no? ¿Has intentado trabajar con él? Pues sí. He trabajado, lo he intentado. ¿Y qué piensas? Pues que me cortaría un dedo por trabajar con él, evidentemente. O sea, los directores estamos en manos de las personas que están delante de la cámara. Ellos son los que van a contar la historia que queremos contar. Entonces, cuando alguien es bueno, cuando alguien transmite y comunica, pues todo el mundo alucina. Quiero decir, los Cuatro Fantásticos funcionan por él. Todas funciona por él. Todos los grandes proyectos en los que se ha metido, internacionales, funcionan porque de pronto hay un ser humano adentro.
(P): ¿Te asombra el fenómeno social que causa Pedro Pascal en Chile e Hispanoamérica?
(R): Sí, totalmente. Es lo que te digo: es un hombre que es tremendamente humano. Es demasiado humano incluso, ¿no? Es un tío que comunica a través de sus sentimientos, y utiliza su manera de ser que tiene, que es extraordinaria, para tener esa permeabilidad.
(P): Eres padre de 4 hijas. ¿Crees que el mundo un mundo se está volviendo poco a poco en un lugar “más amable” para las mujeres jóvenes?
(P): Yo creo que todavía falta muchísimo. No creo que hayamos conseguido grandes retos, pero sí, por lo menos, los problemas están encima de la mesa y la gente está empezando a entender que los paradigmas que de alguna manera se han mantenido hasta hace nada, tienen que ser revisados de cabo a rabo. Lo que pasa es que eso supondría también una revisión, creo yo, del sistema social en conjunto.
(P): Estamos viviendo tiempos populistas en Latinoamérica, de derecha y de izquierda. ¿Te parece que el cine de terror puede ser un soporte para narrar esas historias?
(R): Yo te diría que el cine de terror, en este momento, es lo que más me interesa en el cine mundial. O sea, las películas que veo son las películas de Ari Aster, de Robert Eggers. Lo que me interesa es la mayor transgresión, los mejores, lo que antes llamamos cine de arte y ensayo. Lo que antes se consideraba ese cine inteligente, se ha refugiado en el terror, porque ahí hay creatividad, hay libertad.